
LOS PENDONES
Como seguramente en este libro que hoy vamos a presentar, la mayoría de los temas tratados aluden también a los Pendones. Yo solamente haré un breve recordatorio, muy general de ellos y que seguramente como decía, otros autores habrán tratado.
Hablar del origen de los Pendones es trasladarse a ese estandarte abanderado militar que, los alféreces portaban como enseña del destacamento de una población a la que pertenecían, especialmente cuando eran reclamados por el rey en una contienda guerrera. Por tanto, en aquella época medieval tenemos a los Pendones como un primer origen castrense, siendo así cuando aparecen en aquellas campañas e intervenciones guerreras, sirviendo al rey como enseña del cuerpo y lugar al que pertenece, haciendo referencia con pequeños lienzos colgados en picas y lanzas.
Muestras de ellos las tenemos en aquellos “Cantares de Gesta”, como en el poema del “Mío Cid”, donde se hace referencia a los “Pendones”, en la entrada que hace don Rodrigo Díaz de Vivar, “el Cid”, en la ciudad de Burgos.
Era tanta su valía que si se perdía la batalla, había que procurar siempre que el Pendón no cayera en manos del enemigo, por lo que aún derrotados, se procuraba a toda costa el recuperarlo.
A finales del siglo XV, estos estandartes se retiran de su uso militar y se les da uno más funcional y ceremonioso, luciendo por su gran tamaño en salones y almenados castillos, así como en las plazas en los días festivos, puesto que sus grandes paños eran un gran engorro en la participación de las batallas, pasando a verse los primeros Pendones, llamados Pendones Concejiles, en otros usos, más exclusivo para los pueblos y menos belicoso.
Por otro lado, tenemos los llamados “Pendones Religiosos”, empleados en honor de advocaciones marianas, culto a la Virgen y sacados en aquellas manifestaciones agrícolas y fertilizantes de los sagrados mitos cosmológicos del pasado, situándolos hoy en esas peticiones en forma de rogativas cristianas.
En esta demanda de agua, jugará un papel importante y primordial lo festivo, llevando ese rito de la votación sagrada a ese otro acto lúdico de romería, con lo que se va arraigando y transmitiendo las raíces de aquello más autóctono.
Y dentro de estos actos militares y religiosos del pasado, tenemos hoy a nuestro Pendones, hondeando sus paños al viento en fiestas y acontecimientos como el del Santuario de Nuestra Señora de Castrotierra, cuyo recinto es de suma importancia Mariana para los habitantes de estas comarcas, donde se suma y se arraiga el pueblo pagano para hacer la fiesta, la tradicionalmente llamada Romería, parte principal de ese elemento tradicional que deambulará acompañando a la Virgen por los caminos y polvorientas veredas del valle del Duerna y de la sedienta Sequeda, comarca mísera de centenos pobres, como bien cantara el poeta Leopoldo Panero, hasta su llegada a la Santa Iglesia Catedral de Astorga para hacerle su Novenario, así como su regreso de nuevo a casa.
Su compostura física la forman primeramente, el Mástil o largo palo de madera llamado también Vara, cuya medida suele ser de unos 4 a 14 metros de largo, a veces para aligerar su peso, los carpinteros –y de esto sabe bastante Emiliano Santos, vecino de Santa María de la Isla–, como se le suele hacer en ellas unas caladuras para aligerar su peso.
Sobre la vara, irá colocado un gran paño, cuyo tejido, suele ser de tela brillante y adamascada, formando dibujos, colocados en bandas o franjas horizontales, terminando la mayoría de las veces la tela, en una escotadura de dos picos, formando así una extensa banderola. Algunos de estos paños suelen presentar otros adornos llamativos, como escudos, emblemas de la Virgen, remates de flecos y borlas.
La vara en su parte baja lleva un herraje o gancho de sujeción que va acoplado al llamado Cincho o cinto de cuero, que a modo de faja protege la zona lumbar del mozo que lleva y soporta el peso del Pendón. Al otro extremo, en la parte superior del Mástil o cimera, se suelen colocar otros adornos, como cintas de colores, ramos de flores silvestres y otros artificiales. A veces, suele ir forrada con una pequeña manga o capelina de tela adamascada, de la misma característica que el paño, sobre la que va enarbolada el llamativo símbolo de una Cruz de latón.
Sujeto desde la parte alta, se encuentran los tiros o remos que hábilmente dirigirá otro mozo procurando mantener ese equilibrio que la fuerza del viento está haciendo sobre el Pendón para que este no caiga al suelo.
Generalmente, los Pendones, son portados por gente joven, con fuerza y poderío, poniendo en ello una destreza y un manejo necesario para llevarlo. Pues en algunas poblaciones, son los propios mozos que, entrando en quintas, son quienes lo sacan en dicho día como signo llamativo y festivo.
Otras veces, enarbolados los lienzos en estos trayectos a través de los campos, cuando el viento los flamea, y las devotas rezan sus preces o lanzan sus cánticos con el aromático viento que viene del encinar; son las rivalidades de los mozos de las distintas localidades, los que hacen pruebas de habilidad y fortaleza; trepan por la vara y mástil de madera hasta lo más alto, reflejando ante los demás pueblos, esa señal de derecho y poderío. O esa otra habilidad de sostener la colorida y pesada enseña con una sola mano; el andar de rodillas y hacer remates de abatimiento de inclinación entre dos Pendones, conocido por el sobrenombre del “beso”, especialmente a la llegada y a la entrada de la Virgen al templo como acto de saludo.
Las telas o paños, suelen ser adamascados y tornasolados, siendo el más general el color encarnado carmesí, propio de la heráldica leonesa. El verde solo y, el verde mezclado con el rojo, casi siempre formando franjas, son los colores que más predominan. Luego tenemos otros colores como el blanco y azul, que están relacionados exclusivamente con la Virgen y la Inmaculada, otro color sería el amarillo.
También dentro de los Pendones suele haber una jerarquía. En nuestra zona, el que primero que marcha es siempre el de Santa Marina del Rey, cuyo puesto lo ostenta por un privilegio de un Foro perpetuo que desde tiempos antiguos, anualmente pagaban a la Virgen del Castro, de una fanega de trigo. Le siguen el resto de las demás poblaciones y cierra el desfile, el propio pendón de la localidad donde se encuentra el santuario, aquí sería el de Castrotierra.
De menor importancia tenemos las llamadas Pendonetas, que a veces suplen y acompañan a los Pendones mayores en sus fiestas religiosas y romeras; su compostura física será la misma, aunque de menor tamaño los paños; siendo portados por jóvenes o mozas de los diversos pueblos.
Y ya para finalizar debemos de decir que la fiestas en las cuales participan los Pendones, nos pone ese sentimiento profundo que el ser humano quiere celebrar, por lo que podemos decir que: ”El pueblo que olvida sus tradiciones, no es pueblo y por lo tanto tiende a perder sus raíces”.
Y en estas fiestas religiosas y romeras, las Asociaciones de Pendones, están marcando ese sentimiento tradicionalista, aireando los colores de sus paños al viento, como el domingo pasado en nuestra Plaza Mayor o en estos sitios sagrados, como lo es el de Castrotierra, cerro milenario de este frondoso valle del río Duerna, refugio de Nuestra Señora de la Lluvia, donde los lugareños cumplen con su “voto”, y lo están haciendo, agradeciendo luego a la protectora, la lluvia recibida.
Muchas Gracias.