SALEN LAS VIEJAS DEL RINCÓN
Ene 13 2015

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

san anton

Hay una frase popular que dice: “el día de San Antón, salen las viejas del rincón”, y “las cinco con sol”, y otro augurando que “hasta San Antón fiestas son” o, concretando aún más, “hasta San Antón Pascuas son”, refiriéndose a la prolongación de la fiesta de la Epifanía. En Torrevieja, el día de San Antón era el disparo de otra festividad popular: las festividades carnavalescas.

Es el santo de los animales de compañía y también el patrón benefactor al que se han acogido aquellos que habían sufrido amputaciones, los tejedores de cestas, los alpargateros, los fabricantes de cepillos, los carniceros y charcuteros, los sepultureros, los ermitaños, los porquerizos, los que sufrían eczemas, epilepsia, ergotismo, erisipela u otras enfermedades dermatológicas.

El santo protegía a las familias del trueno, de la rabia, de los brujos y las brujas y de todo tipo de accidentes. Pero la vinculación más relevante se estableció entre San Antonio y el denominado ‘fuego sagrado’, ‘fuego del infierno’ o ‘fuego de San Antonio’, nombre éste que se la daba a una enfermedad que se contraía por intoxicación alimentaria, producida por un hongo parásito del centeno, el cornezuelo, que envenenaba la sangre y que causó estragos en otras épocas.

La celebración de San Antón, llegó a Torrevieja procedente de las poblaciones de Orihuela y Elche, lugares donde siempre ha celebrado esta fiesta que terminaba con la rifa de un cerdo.

En Orihuela la fiesta de San Antón se remonta al año 1675, según data el deán Julio López Maymón. Desde el último tercio del siglo XVIII se hacía la rifa de un cerdo, al principio por el sistema de cédulas, escribiéndose el nombre del posible agraciado. El sorteo nació con la intención de dedicar las ganancias, una vez descontados los gastos, al culto del Santo y a la conservación de la ermita y otras dependencias como la habitación del capellán y «departamento oficial para el Señor de San Antón», canónigo designado para tal cargo por el cabildo catedralicio.

Esta misma rifa del cerdo también se hacía en otros poblados, algunos mucho más al norte, como en Gasteiz, en el País Vasco. Desde 1731, el salón de plenos del ayuntamiento acoge este tradicional sorteo con las personas mayores como protagonistas en el reparto de la suerte y el cerdo, o los productos derivados de él, siendo éstas las personas encargadas de extraer las bolas. Previamente en el pórtico de la iglesia recibía la bendición la cerda, que era el centro de atención del público asistente.

El templo parroquial de San Antón, en Bujalaro -partido judicial de Sigüenza- tiene un presbiterio elevado al fondo tras un gran arco irregular de medio punto decorado con bolas y un altar con una talla de San Antón ¿Quizás tengan allí el origen las sabrosas y dulces ‘bolicas de San Antón’? Porque, ya de vuelta a estas tierras, lo típico en este día era la merienda campestre, bien en la playa, en las calas, o en campo cercano a la población, comer una mona con chocolate y, para terminar, chupar el típico dulce redondo.

La receta de las ‘bolicas’ de caramelo se realizaba con ingredientes sencillos: azúcar, agua, esencia de bergamota y ‘cremor tártaro’. Los esféricos dulces podían tener color rojo, si se les añadía fuchina, o amarillas, si el caramelo se había cocinado sin tintes alimentarios, como la bandera de la Corona de Aragón. El sabor no variaba según el color.

A principios a mediados del pasado siglo XX Torrevieja comenzó a sufrir el proceso de industrialización de las salinas, el principio del desarrollo turístico, el éxodo muchos de sus habitantes en busca de un trabajo fuera de su pueblo y, algunos, fuera de España, lo que supuso la desaparición de esta festividad quedando truncada la fiesta como tantas tradiciones. En el año 1961, todavía era jornada medio festiva, cerrando el comercio sus puertas por la tarde para sumarse a su celebración.

El poeta torrevejense, Salvador Aguirre, le dedicó, en 1908, una graciosa composición a las dulces bolas de caramelo que se tomaban en ese señalado día:

“LAS BOLAS DE SAN ANTÓN

El diecisiete de Enero llevo / en mi memoria frágil y añeja, / y se que al cabo llega de nuevo / lo que de antiguo costumbre vieja.

Todos los años traen esas rachas / de que el dulce ‘reondo’ ser la afición, / y los muchachos y las muchachas / chupan las bolas de San Antón.

Tiene este salto de simpatías / tal privilegio, tal poderío, / que sí á alguien faltan por estos días / las santas bolas, se tira al río.

Por ellas hay ruidos, trastornos… / y es tan ardiente la tal pasión, / que hasta los pueblos de los contornos / llegan las bolas de San Antón.

Es lo primero que hay en la tienda, / no hay quien por ellas no se preocupe, / no hay confitero que no las venda, / ni hay una boca que no las chupe.

Son tan redondas y tan sencillas, / tan digestivas y dulces son, / que los chiquillos y las chiquillas / chupan las bolas de San Antón.

Son color sangre, color de labio; / igual que bocas de niñas vivas; / y han de besarse sin un agravio, / y son por eso tan llamativas.

Les vale tanto ser encarnadas, / (del color mismo del corazón) / que las solteras y las casadas / chupan las bolas de San Antón.

Es tal la fama que van logrando / y es tanta gente la que persuaden, / que en muchas partes las van buscando, / y á media España creo que ya invaden.

No sé si llegan al extranjero; / más crece tanto esta afición, / que vendrá un día que el mundo entero / chupará bolas de San Antón.”

Fuente: Diario LA VERDAD. Orihuela, 13 de enero de 2015

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