
POR MANUEL GARCIA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
El 6 de febrero de 1925 el corresponsal en Montijo del diario badajocense Correo de la Mañana describía un baile de máscaras que se celebró en los salones del Club Deportivo Montijo en la festividad de Las Candelas, 2 de febrero. El club se había fundado en 1922, conocido por el equipo de los Gómez y Rodríguez. Jugaban en los territorios de “Los Cabaderos”, cerca de la estación ferrocarril. Los jugadores vestían camisetas blancas y azules, y el campo de juego se llamaba “Santa Eulalia”. Prosigue la crónica del baile de máscaras. Se oye el piano. Las notas del himno del club suenan vigorosas al impulso de las mágicas manos de doña Rafaela Guisado. Por una de las puertas del salón aparecen, coreándolo y en perfecta alineación, un temible equipo de fútbol que luciendo los colores, blanco y azul, ostenta orgulloso en su pecho el escudo glorioso del Deportivo. Forman el once la monísimas y preciosas María Rivera, que va de portera; Josefa López, Juana Rodríguez, María Gómez, Soledad Almaza, Manuela Menayo, Amalia Torres, Juana y Josefa Lorenzo, Elisa Rodríguez y Ana Marín.
Las mujeres no practicaban el deporte del fútbol, tampoco votaban en las elecciones. La primera que las mujeres ganaron un derecho y con ello la sociedad española entera ganó en dignidad, en justicia, en riqueza y capacidades en beneficio de todos, fue el 23/IV/1933. Por todo ello, se intuye que las damas que vistieron las camisetas del C.D. Montijo, deseaban emular al Spanish Girl’s Club, primer equipo de fútbol femenino español. Entonces se vivía en una sociedad dominada por el hombre.
Daban realce con su graciosa hermosura a preciosos trajes de pierrette, Paca Marín, Ana e Isabel Fuentes, María Ríos, Plácida Sánchez y Anita Lozano. Envueltas en bonitos disfraces de colombinas, lucían las gracias seductoras de sus encantos las adorables y bellas Ana Villares, María Teresa Polo y Manuela Pajuelo. De damas de misterio, vestían las simpatiquísimas Alfonsa Villares, Ángeles Ramos, Olalla Gómez, Manuela López y Antonia Cabezas. Cual nítidas palomas, lucían albos capuchones que daban gran realce a su hermosura, las elegantes Juana Bautista, Filomena Durán Bautista, Josefa Fuentes y Pilar Moreno. De charra vestía Eulalia Rodríguez, y de antigua iba vestida su hermana Angelita. Rosa Sánchez lucía un precioso traje de aldeana. Y con trajes de baturras, vimos a Cándida Cerro e Isabel Reyes. Al ritmo de la música, cuyas notas llevan a nuestra alma la dulce melodía de sus sones de añoranza, las parejas danzan en interminable vaivén semejando espigas de oro dulcemente azotadas por el viento y llevando tras ellas la estela luminosa de sus disfraces. La risa juguetona de una alegría intensa, ríela sobre labios de carmín, como ríela sobre el capuz sonrosado de una ruborosa flor la brisa de una blanda mañana de primavera. Fulgores infinitos de soñadores ojos irradian la luz viva de sus miradas de fuego, apresando en las redes de sus pestañas de seda corazones sedientos de luz.
(Artículo publicado en la tribuna “Desde el Mirador” en Crónicas de un Pueblo, número 243, enero 2025).
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FUENTE: https://cronicasdeunpueblo.es/art/44779/un-baile-de-mascaras