
POR HERMINIO RAMOS PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA

El 23 de octubre constituye una referencia fija y permanente para estas tierras nuestras y para nuestra ciudad, donde santa Bonifacia Rodríguez de Castro levantó los cimientos de la santidad entre la calle de Orejones y la Reina y reunió el corazón de la sociedad zamorana, en aquel último bienio del removido siglo diecinueve.
Entregada a lo largo de más de veinte años a la reivindicación de la mujer trabajadora, su recuerdo y su memoria deberían constituir una constante máxime en estos tiempos nuestros de reivindicaciones, de luchas abiertas y de una constante tensión como un estímulo constante y permanente, al margen del vocerío y la algarada callejera. Su ejemplo y estilo no han perdido ni vigencia, ni categoría ni eficacia y sus normas de comportamiento y trabajo permanecieron siempre activas y respetadas por las constantes a avalanchas de ideas y revoltijos sociales de toda índole. En esa labor de formación se consolidó su obra magna que, por todos los derroteros del ancho mundo ha dejado hondo testimonio de fe, formación y ejemplo en la entrega permanente. Bien merece, a mí sencillo criterio, que ese día 23 de octubre la voz clara y firme de toda mujer trabajadora se deje oír con claridad y su eco se refleje en la línea social que corresponda, en la que la mujer desarrolla y lleva con la máxima dignidad y categoría todos los trabajos encomendados sin olvidar la familia.
Nuestra santa nos guía y nos vigila y en la parroquia estará siempre vivo el recuerdo de santa Bonifacia.
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