POR RICARDO GEURRA SANCHO. CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)

De nuevo ha saltado a los medios de comunicación una noticia cíclica, que de vez en cuando se pone en candelero, especialmente cuando se acerca alguna fecha emblemática relacionada con el inmortal escritor Miguel de Cervantes y Saavedra, o de algún aniversario de su universal obra, “El Quijote” cuando se acercan y se ponen de nuevo de actualidad el hecho de que los restos de nuestro universal escritor no están convenientemente localizados.

Fallecido en el año de 1616 – miren lo que queda para que celebremos el IV Centenario de su muerte-, lo que ahora celebremos es el aniversario de la publicación de la “Segunda parte del Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha”, poco antes de morir.

Sabemos que fue enterrado en el convento de las monjas Trinitarias Descalzas de Madrid. La predilección de Cervantes por esta Comunidad religiosas le viene por su trato muy cercano y ‘familia’ con un humilde Fraile Trinitario, su libertador de Argel. Siempre cercano y agradecido a esta Orden religiosa, quiso ser enterrado en este convento de Trinitarias de Madrid, donde hoy se afanan en buscar sus restos mortales.

Un equipo de arqueólogos, historiadores, forenses y técnicos especializados, con don Francisco Etxeberria a la cabeza. Esta es la segunda fase del proyecto en la que se ha instalado un laboratorio allí mismo. Han aparecido restos de un ataúd con las iniciales M.C. tachonadas en madera. Ahora falta comprobar algunas características físicas y antropológicas del personaje y el análisis del ADN, que pudiera ser definitivo.

Cuando escribo estas líneas estamos esperando más información del equipo investigador que anuncia nuevas noticias en una próxima rueda de prensa. Hemos visto imágenes de esa cripta en la que se busca, hemos visto al equipo encargado de localizar y estudiar los restos, que son los que pudieran certificar si son los de nuestro inmortal escritor.

Cada vez que sale a la luz la noticia de la búsqueda de los restos de Miguel de Cervantes, me viene el recuerdo de los restos mortales de su libertador del cautiverio de Argél, los de arevalense Fray Juan Gil. Y también me viene a la memoria la diferencia de medios en la búsqueda de los restos del escritor, en contraste con la ausencia de ellos en el caso de nuestro fraile arevalense, protagonista en todos los temas cervantinos.

Una vez más hay que lamentar el maltrato de la historia para con nuestros lugares históricos, y también nuestra desidia, desconocimientos e indiferencia para con ellos, lugares históricos que han desaparecido aún pudiéndolo evitar, de forma que ya nunca podremos profundizar en estas nuestra raíces históricas.

Lo he escrito en repetidas ocasiones y en una muy reciente en la declaración de Conjunto Histórico Artístico, que solo aportó problemas, al menos dos lugares históricos fueron olvidados… uno es la Santísima Trinidad.

Aquí entraron las máquinas excavadoras y arrasaron sin piedad con todo lo que encontraron a su paso… ya estaba muy menguado por la destrucción que siguió a el expolio de “la francesada” y la desamortización. ¡Cuantas veces oímos este argumento al hablar de nuestra historia¡ y de los restos de nuestro antiguo patrimonio, sitios históricos de los que nos queda tan poco, que ya no hay casi rincón alguno donde estudiar….

Allí, en Madrid han bajado con medios y mucho tacto para buscar restos, aquí apenas se recogieron algunos restos óseos de los montones de escombros, y malamente espulgados fueron trasladados a la fosa común del osario, salvo algunos que aparecieron en una determinada zona considerada muy noble y por ello se depositaron en una sepultura de propiedad eclesiástica que poco después fue permutada por otras del propio Ayuntamiento.

Tampoco en la inscripción que se puso en esa sepultura nueva hubo acuerdo y fue sustituida pocos años después por otra que pareció mejor…. ¡Cosas¡