
POR ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA (ALICANTE).

En el momento actual los medios de comunicación nos abruman con el posible resultado de la resolución dictada por los jueces o los tribunales que, en principio dan fin a los numerosos pleitos. Sin embargo, en muchos casos van mal acompañados por juicios paralelos que se generan en el seno de la sociedad y que condenan al encausado, resultando después que, muchas veces resultan archivados o absolutorios por la Justicia, sin la posibilidad de restablecer la imagen de aquel que se ha visto sumergido en un juicio paralelo.
Sentencias importantes han existido a lo largo de nuestra historia. Sin ir más lejos, recordemos la Sentencia Arbitral de Torrellas, por la que la entonces Villa de Oriola pasó a formar parte del Reino de Valencia. Y siglos antes, nos detendríamos a la dictada por el procurador romano Pilato, por la que basándose en el derecho que tenía de poder imponer la pena capital a un reo. En este caso con la muerte de Jesús en la cruz, tras lavarse las manos y proponer si se le liberaba a Él o al famoso Barrabás.