
POR FABIAN LABADO RODRIGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LA ZARZA (BADAJOZ)

Según las publicaciones del INE (Instituto Nacional de Estadística), La Zarza aparece en los siguientes censos: Censo de Pecheros (1528), Censo de Castilla (1591), Censo de la Sal (1631) y Censo de Campoflorido (1712). Éstos, junto al Catastro del Marqués de Ensenada de 1753, forman parte de los llamados censos primitivos, realizados entre los siglos XVI y mediados del XVIII. En general, el fin de estos registros no era conocer la población en sí misma, sino conseguir los listados de vecinos pecheros (los que tenían obligaciones tributarias, escapando de este compromiso como norma general las clases más pudientes: la nobleza, el clero y los hidalgos) para tramitar la distribución del pago de impuestos y ofrecer recursos financieros a los proyectos políticos de la monarquía hispánica. Asimismo, la información para elaborar los censos se obtenía preguntando a las autoridades de cada municipio, no a los propios vecinos (entendido éstos, por motivos fiscales, como la unidad familiar, que incluía al cabeza de familia, cónyuge, hijos, criados, etc. El vecino equivaldría a unos 4 habitantes, aunque esta cifra puede variar en función del lugar y fecha en que se aplique).
Censo de Pecheros (1528)
Para recaudar los impuestos o «Servicios a Su Magestad», aprobados por las Cortes para varios años y destinados a sufragar los gastos del reino, las autoridades municipales contaban con los padrones de pecheros que servían para estipular a cada uno la cantidad que debía pagar con el objeto de alcanzar, entre todos, el total asignado a cada pueblo, llamado cáñama. Esta cantidad, aunque estuviese fijada con ecuanimidad, con el paso del tiempo acababa desajustándose, lo que ocasionaba las quejas del vecindario por agravio comparativo con otras poblaciones próximas. El emperador Carlos V determinó que se revisaran los padrones de vecinos pecheros. Para ello, ordenó que dos comisionados por intendencia recorrieran las poblaciones revisando el número de pecheros, registrando las cantidades que abonaban, estableciendo cuánto debían pagar e investigando sobre la riqueza de cada lugar para razonar con justicia las contribuciones o cáñamas correspondientes a cada pueblo y vecino. Una vez obtenida toda la información, se distribuía entre todos los pueblos el cupo asignado a cada provincia o intendencia según su riqueza para el pago de los impuestos, de la misma forma se repartía la cantidad asignada a cada población entre sus vecinos pecheros. Esta recopilación duró casi ocho años, pero los datos obtenidos eran los referentes a los pagos de los años 1527 y 1528. El censo se realizó en toda la Corona de Castilla, excepto el País Vasco, Islas Canarias y los Reinos de Granada y Navarra.
En 1528, la aldea de La Zarza (La Çarça), perteneciente a la Intendencia de León de la Orden de Santiago con capital en Llerena, contaba con 240 vecinos pecheros (en torno a 1000 habitantes que pagaban impuestos) de los que «2/3 son ricos y 1/3 son pobres y braceros». En cuanto a los datos censales de La Zarza y Villagonzalo, aparecen en conjunto con los de Alange, al ser aldeas dependientes de la encomienda alangeña. Entre las tres poblaciones contaban con 537 vecinos pecheros (160 Alange, 137 Villagonzalo y 240 La Zarza). En dicho año, les asignaron para «servicio a Su Magestad» 48.428 marevedíes (90,18 por vecino) de los que realmente pagaron 38.665 (72 por vecino), o sea un79,84% del total. La Intendencia de León de la Orden de Santiago, formada en su mayoría por pueblos de la actual provincia de Badajoz, más algunos de Cáceres, Sevilla y Cádiz, contaba con 22.341 pecheros a los que se les asignó un cupo de 2.294.110 marevedíes (102,69 por vecino).
Censo de Castilla o de los Millones (1591)
Se trata del primer vecindario completo de la corona castellana peninsular realizado por orden del rey Felipe II como consecuencia de la derrota de la Armada Invencible ante los navíos ingleses. Para paliar este desastre económico, las Cortes de Castilla, reunidas en 1588-90, aprueban un donativo extraordinario o «servicio de millones» de 8.000.000 de ducados a pagar en seis años desde el 1 de julio de 1590. Esta vez no habría exentos, el impuesto debía ser pagado por todos los vecinos sin distinción de clases sociales, por lo que afectaba a la nobleza, los hidalgos y al clero; tan solo fueron dispensados de su pago los monjes franciscanos, aunque las otras órdenes también contaron con alguna ventaja, puesto que cada diez religiosos contaban como un solo vecino.
En un principio, el reparto de cantidades se hizo siguiendo en Censo de Pecheros de 1528, pero debido a la arbitrariedad del mismo pasados tantos años y a las numerosas quejas recibidas de los pueblos por las asignaciones, se tuvo que realizar un nuevo censo, el llamado Censo de Castilla o de los Millones de 1591. En él se recogían los pueblos agrupados por provincias y se reflejaba el total de vecinos clasificados en pecheros, hidalgos, clérigos y religiosos no franciscanos, datos que nos ayudan a conocer cómo se distribuía la población desde un punto de vista social en aquella época.
La villa de La Zarza, denominada «la çarca tierra de alhanje», seguía perteneciendo al Partido de la Provincia de León de la Orden de Santiago, contaba con 358 vecinos, (sobre 1500 habitantes, cifra por encima de los pueblos limítrofes: Alange 186 vecinos, Villagonzalo 143, Valverde de Mérida 288) de los que 357 eran vecinos pecheros, más el vecino formado por los clérigos; no aparecen censados religiosos de ninguna orden. Resulta llamativo el escaso número de vecinos hidalgos -en este censo no aparece ninguno- y de clérigos en La Zarza comparándolo con Alange (4 vecinos hidalgos y 2 clérigos), Villagonzalo (7 y 2 respectivamente) y sobre todo Valverde de Mérida (20 y 5). La Provincia contaba en total con 31.952 vecinos de los que 30.264 eran pecheros, 1001 hidalgos, 632 clérigos y 55 religiosos.
Censo de la Sal (1631)
Felipe IV emitió el 3 de enero de 1631 una Real Cédula, otorgada a D. Miguel Santos San Pedro, gobernador del Consejo de Castilla y obispo de Solsona, por la que ordenaba se iniciasen las averiguaciones necesarias para la implantación de un nuevo sistema impositivo en los territorios de la Corona de Castilla (excluyendo Navarra y el País Vasco) sobre el estanco de la sal, prerrogativa real que se reservaba la exclusividad del producto y fijaba los precios de venta, solamente podía comprarse en los alfolís o tiendas de la sal del rey, al igual que estaba prohibida su introducción desde el extranjero. Al mismo tiempo, este nuevo impuesto sustituiría a los dos «servicios de millones» que gravaban los productos básicos de consumo (carne, aceite, vinagre y vino) que casi en exclusiva pagaban los pecheros. La sal era un producto de primera necesidad, consumida por toda la sociedad, además de necesaria para los animales y las salazones. Así, ofrecía una buena base para implantar un nuevo sistema fiscal más equitativo social y territorialmente, uniformar el precio de la sal y de paso sustituir a la gran cantidad de gravámenes que existían.
Para su administración se organizó el Consejo de la Sal, formado por un superintendente, ocho consejeros, dos secretarios y dos contadores. Todas las poblaciones, divididas en Partidos de las Salinas, debían declarar la cantidad de sal necesaria para su consumo anual en la salina o almacén elegido, cuyo precio pasó de 40 a 58 reales por fanega, informando del número de vecinos, personas y ganados. El consumo anual de sal se estimó en media fanega (una fanega 42 kg.) por familia de cuatro personas, y una fanega por cada cien cabezas de ganado mayor (yeguas y vacas) y menor (ovejas y cabras). En el Partido de Badajoz las cabezas de ganado se contabilizaban en hatos (cada hato de 500 ovejas fanega y media, cada hato de 200 cabras una fanega). La recaudación de este impuesto fue efímera, apenas alcanzó el año de existencia, pues en julio de 1632 se concedió al rey un nuevo servicio de cuatro millones de marevedíes por seis años.
La Zarza (Çarça de Alhange) se ubicaba en el Partido de las Salinas de Badajoz, que englobaba la actual Extremadura, además de algunas poblaciones de Ciudad Real, Huelva y Sevilla. Contaba con 398 lugares, 115.330 vecinos y 2762 hatos de cabras y ovejas, a los que hay que añadir 18.217 ovejas y 2991 cabras. El Partido a su vez se dividía en otros veinte más pequeños, entre ellos el de Mérida, formado por veinte lugares, al que pertenecía La Zarza, que tenía 450 vecinos, siete hatos de ovejas y cabras; necesitaba 234,5 fanegas de sal (9849 kg.) cuyo importe ascendía a 462.434 mr., asimismo pagaba en 1630 de los impuestos de millones y del 1% un total de 91.196 mr.
Censo de Campoflorido (1712)
También llamado «Vecindario General de España», recibe su nombre del Marqués de Campoflorido. En 1712, la Guerra de Sucesión española suponía unos costes enormes para las arcas de Felipe V, por lo que el Obispo de Gironda, gobernador del Consejo de Hacienda, remitió una orden fechada el 2 de marzo a los superintendentes, disponiendo que se realizara un vecindario de todos los pueblos de España, el primero para todo el país, (no contenía el País Vasco, las islas y plazas norteafricanas) donde se incluyeran los nobles, las viudas contaran como medio vecino y se excluyeran los militares, clérigos y pobres de solemnidad. Todo ello para cubrir los gastos de la guerra. El proceso era el habitual: preguntar a las autoridades locales el número de vecinos con sus circunstancias, para luego elaborar el censo, que en poder de las Contadurías Generales lo empleaba en los repartimientos de impuestos.
En 1717, el Marqués de Campoflorido, gobernador del Real Consejo de Hacienda, solicitó se le remitieran las ‘relaciones de los vecindarios’ que se habían realizado entre 1712 y 1717, que no dejan de ser las que se hicieron cinco años antes siguiendo las instrucciones del Obispo de Gironda. Las distintas transcripciones de estos documentos contienen numerosos fallos entre los datos totales reales y los que figuran en el manuscrito, lo que hace sospechar que las cifras están entre un 20 y 50% por debajo de la realidad.
La Zarza (Zarza de Alanxe) localizada en la Provincia de Extremadura, Partido de Mérida, contaba con 247 vecinos, sin especificar el número de hidalgos, pecheros, viudas pobres, mendigos y clérigos. El partido de Mérida se componía de 233 hidalgos, 3494 pecheros y 611 viudas que totalizarían 4338 vecinos.
Catastro de Ensenada (1752)
Bajo el reinado de Fernando VI (1746-1759) se realizó en todas las tierras que formaban parte de la Corona de Castilla (excepto las provincias vascas) una gran averiguación de todas las personas que la habitaban, de las tierras y casas que poseían, de sus rentas y oficios, de sus ganados e incluso de los préstamos que habían contraído. Este catastro fue ordenado por el rey a propuesta de su ministro Ensenada, de ahí que reciba el nombre de Catastro de Ensenada.
Cuando Ensenada se hace cargo de la Real Hacienda, la encuentra en un estado ruinoso. Se marca como objetivo administrar directamente las recaudaciones, pues hasta entonces el cobro de las rentas se arrendaba a los asentistas.
Las rentas que percibía la Real Hacienda eran de tres tipos: las generales o de aduanas, las estancadas (sobre todo de tabaco y sal) y las provinciales (mezcla compleja formada por alcabalas, millones, cientos, derecho de fiel medidor, tercias reales, etc). Sobre estas rentas provinciales se realizó el catastro, pues eran gravosas e injustas, ya que recaían en el pueblo llano. El proyecto de Ensenada, plasmado en el Real Decreto de 10 de octubre de 1749, era acabar con ellas y sustituirlas por una única contribución proporcional a la riqueza de cada persona.
La recopilación de datos, las llamadas averiguaciones de los pueblos, la encomendó el rey a unos equipos llamados audiencias, presididos por un intendente, un escribano, oficiales y escribientes, podían completarse con peritos que supieran de tierras y cosechas. El primer acto en cualquier pueblo era promulgar un bando en el que se transmitía a los vecinos la orden de que todos quedaban obligados a presentar una declaración bajo juramento de personas, familias y bienes. Mientras los vecinos preparaban sus memoriales, el alcalde y sus regidores debían reunirse con el intendente para contestar al interrogatorio de 40 preguntas sobre todos los aspectos de la villa o ciudad. El documento resultante fue uno de los más importantes del Catastro: las Respuestas Generales. Completada la documentación, se procedía a la lectura en concejo abierto: se convocaba a los vecinos para que asistieran a la lectura pública de la averiguación por si alguien se sentía agraviado o consideraban que algún dato propio o ajeno era falso o incorrecto. Si los asistentes daban su conformidad se procedía a firmarlo o se subsanaban los errores.
El 24 de enero de 1752 se reúnen en la Posada del Conde la Roca la audiencia para contestar a las 40 preguntas correspondientes a la villa de La Zarza, pues con este nombre era conocido el pueblo en dicho año, cuyo territorio formaba parte de la Provincia de León, de la Orden de Santiago, que pertenecía al rey por ser su administrador perpetuo, a quien correspondían las rentas provinciales que se pagaban: de alcabalas y cientos 14.000 reales, millones y otros impuestos 9.800, fiel medidor 200 y por servicio ordinario 1.740; en total 25.740 r. El término municipal tenía de este a oeste una legua y media, y de norte a sur una lengua (5.572,7 metros) que componían 5.629 fanegas; lindaba al E. con La Oliva, al N. con Villagonzalo, al O. con Mérida y al S. con Alange, conservando en su término un trozo de terreno (Los Pajares). Contaba con 393 vecinos (vecino como unidad familiar que estaría formada por cuatro o cinco personas) lo que da una población entre 1.600 y 2.000 habitantes; entre ellos había 11 sacerdotes, un diácono y tres ordenandos de órdenes menores, 89 jornaleros que cobraban a razón de 4 r. por jornal, un pobre de solemnidad, así como 18 viudas también en situación de pobreza. Arquitectónicamente tenía 326 casas habitadas, 8 vacías y 3 solares, sin ningún hospital ni convento. Disfrutaba de 6 molinos harineros: dos en el río Guadiana, uno llamado de Holgado, que pertenecía a la Encomienda de Alange, con cuatro piedras que producían una renta de 200 fanegas de trigo y otro, el Molino Nuevo, propiedad de D. Pedro Campos, Blas Mateos y María Espinosa, con tres piedras y una renta de 130 fanegas. Otros cuatro en el río Matachel: dos propiedad de D. Pedro Campos y de D. Cristóbal Cortés Ballestero, con dos piedras cada uno y una renta de 50 fanegas; otro de D. Pedro Martín, vecino de La Oliva, con 40 fanegas de renta y por último el de Capellanía, propiedad de D. Joseph de Hordaz con 36 fanegas. No contaba con minas, salinas, molinos de papel ni batanes, tampoco con embarcaciones para navegar o pescar.
Los negocios estaban formados por una taberna de vino, dos mesones: uno de Marcos Benítez y otro de Joseph García que tienen un beneficio económico de 600 y 700 r. anuales respectivamente, y tres tiendas propiedad de Agustín Díaz, Juan Tomás y Antonio Bouzas con 1.330, 880 y 1.100 r. de renta al año.
En cuanto a las tierras, de las 5.629 fanegas que comprende el término de La Zarza, la mitad eran de pastos y la otra parte de labor, todas de secano y de cuatro calidades: de 1ª (300 fanegas), 2ª (700 fanegas), 3ª (1.800 fanegas) que se dejaban un año en barbecho, y 4ª que no produce nada. El regadío se encontraba presente en dos huertas, las de Juan Durán y Juan Sánchez Cortés. De los pastos se tenían arrendados los de propios de la villa para pagos de censos, una porción a D. Pedro Campos Orellana, caballero de la Orden de Santiago y vecino de La Zarza, por una valor de 420.600 r. anuales.
Existían algunas plantaciones de olivos, acebuches y frutales dispuestos sin orden alguno, repartidos por las tierras y huertas. Los frutales y hortalizas producían una renta anual de 900 r., los olivos 4 r. cada uno. También se sembraba trigo, cebada, habas, garbanzos, y algo de avena y centeno. Se recogía poca aceituna, que se destinaba al consumo propio. Una fanega de cereal producía en la tierra de primera calidad ocho fanegas, cinco en la de segunda y tres en la de tercera; pero como no se solía respetar el barbecho, por la codicia de sembrar habas y garbanzos, la producción era menor. El precio de cada fanega de trigo era de 15 r., 8 la de cebada, 10 la de centeno, 4 la de avena, 12 la de habas y 25 la de garbanzos.
En cuanto a la ganadería, la cabaña comprendía ganado vacuno, caballar, lanar, cabrío y de cerda. También algunas colmenas cuyo provecho por la cera y la miel era de 6 r. por cada unidad y año.
Los oficios estaban representados por 5 barberos (Juan de Reyes, Pedro Reyes, Sebastián de Vargas, Serván López y Francisco Rivera) cada uno con un beneficio de 720 r. anuales, un médico (Gregorio Gómez) con 3.000 r., un boticario (Francisco Calaorrano) con 2.200 r., un escribano (Lucas Mateos Milanés) con 1.600 r. y varios arrieros con 360 r. por cada caballería. Albañiles con un jornal diario de 6 r., cardadores 4 r., veterinario-herrador (Juan Rodríguez de Vargas) 6 r., herrero (Alonso Seguro) 8 r., zapatero (Juan Félix) 4 r., sastres 4 r., tejedores de paños, bayetas y fibras (Francisco de Fuentes y Juan Espinosa) 6 r., tejedor de lienzos (Francisco Patricio) 6 r., carpintero (Francisco Gómez), oficial de carpintero (Francisco Gómez hijo) y aprendiz de carpintero (Martín Alonso) 6 r., 3 r. y 2 r. respectivamente. Sebastián Benítez, administrador de tabaco, naipes y municiones, tenía un beneficio de 2.200 r.; Luis Palma, abastecedor y vendedor de vino y vinagre, 2.200 r.; Jerónimo Moreno, abastecedor de aceite, pescado y sardinas, 1.000 r.; Gonzalo Mateos, abastecedor de la carne, 300 r.; Juan Gutiérrez, abastecedor del aguardiente, 1.100 r.; Juan Carrasco, abastecedor de jabón, 1.500 r.; Fernando Alonso Tarifa, profesor de Gramática, 300 r. y Sebastián Paliza, maestro de primeras letras, 900 r. No se mencionan cambistas, mercaderes al por mayor ni prestamistas. El Ayuntamiento no pagaba salarios a los alcaldes ni a los regidores, pero sí tenía otros gastos como 800 r. al escribano, 500 al alguacil mayor, 250 al ministro, 25 al cura en las fiestas de Ntra. Sra. de las Nieves, 160 al relojero, 50 al pregonero, 132 en la función de la Candelaria, 250 en veredas, 430 en correspondencia, 200 en mojoneras, 1.100 cada cinco años en quintas y sorteos, también en vados, casas del ayuntamiento, pósito, cárcel, corral del concejo y otros gastos menores.
En cuanto a propios que tenía la villa de La Zarza para satisfacer los gastos públicos contaba con las Dehesas de Cañadas y Toconosa que se vendía a un ganadero trashumante por 3.000 r. cada una, las Dehesas de Azauchosa y Alajón que se arrendaba por 600 r., y otras tierras de labor que en cinco años producían 4.600 r. Sobre estos propios tenía un censo o cargas de 40.000 r. No disfrutaba de ningún tipo de arbitrios ni sisas, ni había enajenado oficio alguno. Las tierras del término pagaban el diezmo a la Iglesia (10 %) y la primicia (primeros frutos de la tierra o de los animales) que cobraba la Encomienda de Alange. Los colonos que arrendaban tierras de labor pagaban por cada fanega sembrada de primera calidad una fanega de grano de renta, por la de segunda tres cuartillas y por las de tercera media fanega. Por último, el rey poseía otras rentas como la de sal que importaban 6.877 r, el cuarto del jabón 510 r., el derecho del aguardiente 490 r. y auxilio a soldados 600 r.
Fuente: Diario HOY La Zarza.