POR FRANCISCO RIVERO, CRONISTA OFICIAL DE LAS BROZAS (CÁCERES)
Cae la tarde del sábado. La luz del sol de un día lluvioso y con claros a ratos se oculta por el oeste. El viajero con el alma sosegado aprecia y saborea la tranquilidad y calma del paisaje, asomado a un balcón de la hospedería de la Sierra de Gata, levantada en el que fuera convento de San Miguel, sugerido levantar aquí por San Francisco de Asís en su peregrinación a Santiago de Compostela.
Enlace con la hospedería:
Los pájaros canturrean y el espíritu del Pobrecito de Asís se extiende por las laderas del monte Xálima, de casi 1.500 metros de altitud y que separa Extremadura de Salamanca. Una campana del reloj de San Martín de Trevejo señala las siete de la tarde, El alma goza de la paz del lugar. Hay que saber apreciar los dones que Dios ha puesto en estos campos enverdecidos por las constantes aguas caídas en este húmedo invierno de febrero de 2014.
“Y al oeste, Portugal”, en palabras del escritor Pedro de Lorenzo, el extremeño de Casas de Don Antonio. Al oeste, el cercano Portugal que presta palabras a la singular lengua de la comarca: el mañegu, que conforma la fala junto a los dialectos que hablan en Eljas y en Valverde del Fresno.
La Sierra de Gata y su gente enamoran al viajero en este viaje del Glorioso Mester de la Picardía Viajera… continuará.