POR VALENTÍN CASCO FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE VALDETORRES (BADAJOZ).
Por estas fechas, Francisco González en nombre de Francisco Pizarro, Gobernador y Adelantado General de la Provincia del Perú, realizó una petición diciendo, que Pizarro le había dado a Francisco de Ávalos, vecino de Guareña y también de Robledillos, dinero para que se lo entregara a su hermana Inés Rodríguez de Aguilar y que ahora estaba este preso en la cárcel de Medellín, acusado de la muerte de su mujer y le tenían secuestrados sus bienes y aunque le habían requerido , que pagase a la dicha dª Inés de Aguilar, no quería hacerlo.
Parece ser que nuestro vecino, había estado antes en Indias, concretamente en Perú y Nueva Castilla, dónde Pizarro le había entregado, cinco cuentos y trescientos ochenta y seis mil setecientos veinte y uno maravedís, en barras de oro.
Al llegar este a Sevilla, tomaron parte del oro para Su Magestad, entregándole su valor en Juros y el resto se lo vendió a los mercaderes, Alonso Hernández y Rodrigo Álvarez, quedando en deuda con Pizarro, por otros cuatro cuentos y quinientos cincuenta y dos mil quinientos maravedís.
Por parte del representante de Pizarro, se solicitaba que desembargasen los bienes propios de Ávalos que este tenía en la Casa de la Contratación de Sevilla, para pagarle la deuda cómo imagino que se haría.
Pero porqué asesinó Ávalos a su mujer y quienes le ayudaron?
Francisco de Ávalos, estaba casado con Francisca de Rivera, natural de Montánchez, hija de Alonso Martín Herrador e Isabel González, pero los esposos también tenían casa en Robledillos, donde residía el padre de Francisco, llamado Juan de Ávalos.
Es probable que al regresar de Indias y con mucho dinero, aunque luego le reclamasen una gran parte, sus parientes pretendieron que casase de nuevo con una prima suya, que residía en Guareña con su padre Hernando Alonso Altamirano el mayor y su hermano Hernando Alonso Altamirano menor y otros parientes relevantes.
Pero cómo casaría este con su prima, si ya lo estaba con otra mujer?
Acordaron sus parientes, con su consentimiento, que él (Ávalos) se vendría a Guareña, a casa de su tío Altamirano y dejaría sola en Robledillos a su mujer, aprovechando sus parientes su ausencia, acabarían con su vida, cómo así fue, siendo detenidos posteriormente casi todos en nuestra localidad.
No me consta , el castigo que recibirían Ávalos y sus parientes por la muerte de su esposa a parte de la cárcel, pero si mis datos son correctos, este es el mismo que aparecerá en el año de 1549 en Medellín, junto a algunos de sus parientes como uno de los fiadores del Adelantado del Río de la Plata, don Juan de Sanabria, que estaba casado con dª Mencia Calderón Ocampo la Adelantada, el cual fallecería en la península poco antes de embarcar, por lo que consiguió su esposa, que su hijastro Diego de Sanabria heredase el título por dos vidas para poder continuar con la empresa.
Valentín Casco Fernández
Doña Mencía de Calderón
Mencía Calderón o bien Mencía Calderón la Adelantada o menos conocida como Mencia Calderón Ocampo fue una noble emprendedora y exploradora española, que estaba casada con el nominal adelantado Juan de Sanabria el cual fallecería en la península poco antes de embarcar, por lo que consiguió que su hijastro Diego de Sanabria heredase el título por dos vidas para poder continuar con la empresa que llevaría a Sudamérica a las primeras cincuenta mujeres hidalgas del Nuevo Mundo, para iniciar así una aristocracia colonial de índole europea.
Misión del adelantado
Producido el apresamiento, la expulsión y la remisión a España del segundo adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el gobierno quedó nuevamente en manos de Domingo Martínez de Irala. Fallecido éste y ante la acefalia administrativa de la Provincia del Paraguay, el monarca dispuso nombrar un nuevo adelantado.
En Monzón (Huesca), el 22 de junio de 1549, el Consejo de Indias acordó la capitulación por la que se nombraba tercer adelantado del Río de la Plata a un rico caballero español, natural de Medellín, de nombre Juan de Sanabria. Sanabria asumía el compromiso de llevar en su expedición a cien parejas con hijos y doscientos cincuenta solteros para establecerlos en dos asentamientos que debían fundarse en las costas de la isla de Santa Catalina y en el Río de la Plata con el fin de consolidar las propiedades reales en la costa atlántica, continuamente asediadas por los portugueses.
La fatalidad hizo que falleciera el adelantado antes de su partida. Su hijo Diego, de apenas 18 años de edad, heredó los folios reales en los que constaban los derechos y obligaciones impartidos por Carlos V.
El nuevo adelantado
Las capitulaciones le fueron confirmadas en la corte instalada en Valladolid en el año 1549. Diego de Sanabria, el nuevo adelantado, tenía la consigna de «suspender la conquista sino poblar». La armada de Sanabria partió de Sanlúcar de Barrameda el 10 de enero de 1550 y estaba compuesta por tres naves. Hacía parte del pasaje el fundador de la casa fuerte de Asunción, Juan de Salazar de Espinosa, quien fuera comandante general de la flota. Salazar se hallaba en España luego de haber conducido preso a Alvar Núñez Cabeza de Vaca.
El naufragio
La tripulación estuvo compuesta por una trescientas personas, de las cuales eran cincuenta mujeres, doncellas para poblar, algunas casadas y otras solteras que embarcaron por orden real para «el mejoramiento de la sangre» de la población, altamente mestiza.
La hueste femenina era dirigida por Mencía de Calderón y Sanabria, viuda de Juan; con ella viajaban sus hijas María, Mencia y Francisca.
Otros capitanes eran Cristóbal de Saavedra, Hernando de Salazar y Francisco Becerra. El cronista de la expedición Hans Staden, aventurero teutón, escribió las memorias del viaje.
La flota maltrecha llegó a la isla de Santa Catalina en diciembre, después de sufrir muchas graves penurias, soportar terribles tempestades, ataques de corsarios franceses, naufragios y demás males. Salazar perdió la nave que comandaba. Dice la historia que a pesar de las peripecias salvóse la vida de todos y el honor de las damas. Don Diego, por su parte, desviado por los vientos, fue a dar al mar Caribe, donde encalló su barco. Siguió viaje por la vía del Perú y terminó afincándose en Potosí sin llegar a su destino final.
Los integrantes de la expedición no se hallaban en condiciones de establecer los poblados que la Corona ordenaba erigir, pensando solamente llegar a Asunción para planear desde allí el establecimiento de los pueblos de la ribera atlántica (como el de San Francisco de Mbiazá).
Desde la isla de Santa Catalina, luego de reponer fuerzas, se desplazaron hasta el Mbiazá (en guaraní: ‘la salida’, también llamada Ybiazá o La Vera; se trataba de la salida por vía terrestre directa que el gobierno de Asunción poseía en el océano Atlántico y que correspondía a las costas marítimas de los actuales estados —hoy brasileños— de Paraná y Santa Catarina), en las costas de tierra firme y ubicada veinte leguas al sur. En ese punto hubo necesidad de esperar un año para construir un bergantín con los restos de la nave San Miguel.
Las desavenencias entre Salazar y Saavedra empeoraron la situación; si no fuera por la predisposición de doña Mencía, tutora de la expedición, todo habría fracasado.
Viaje a la ciudad de Asunción (Paraguay)
Salazar dispuso dividir el contingente. Una parte de la gente y el equipaje embarcó en el bergantín con intención de llegar por agua a Asunción y el resto partió a pie por el Peabirú partiendo por el río Itapocu, senda indígena de más trescientas leguas transitada con anterioridad por Alejo García y Alvar Núñez Cabeza de Vaca. La expedición estaba compuesta por indios porteadores y guías, algunas vacas llevadas por portugueses, curas, oficiales, soldados y la dotación de mujeres que viajaban amparada por Mencia.
Es de suponer el sacrificio que significó para la estoica partida sortear mil obstáculos, cruzar enormes ríos, selvas y cordilleras. Salazar y su grupo llegaron a la ciudad de Asunción en octubre de 1555 en medio del júbilo y la algarabía de los antiguos conquistadores, y la sorpresa de algunas mujeres casadas que reencontraron a sus esposos rodeados de vástagos mestizos, algunos de ellos ya adolescentes. Al año siguiente llegaría a destino Mencia Calderón Ocampo, en abril de 1556, con sus hijas, yernos y demás acompañantes. La villa de San Francisco de Mbiazá quedaría abandonada.1
Fallecido Fernando de Trejo, María de Sanabria contrajo nuevamente matrimonio con Martín Suárez de Toledo, con quien tuvo ocho hijos. Uno de ellos, Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias) fue el primer gobernador nacido en el Paraguay.
En consideración al tiempo gastado en tan largo periplo terrestre era de esperar que los viajeros que remontaban el río ya estuvieran en Asunción. En realidad, los navegantes subían las corrientes con excesiva lentitud. Fue necesario enviar otra embarcación para prestarles auxilio y acelerar su llegada a destino.
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