POR JOSÉ LUIS ARAGÓN PANÉS, CRONISTA OFICIAL DE CHICLANA DE LA FRONTERA (CÁDIZ)
El comer, de un tiempo a esta parte –como decimos por aquí– se ha convertido en buen gusto culinario, en exquisitez gastronómica. Al margen de la mera necesidad vital está ocupando un relevante espacio cultural en nuestra sociedad opulenta del siglo XXI.
En la televisión y en las redes sociales nos andan bombardeando con nuevas propuestas gastronómicas llenas de aromas, sabores, colores… Y, otras no tan nuevas, pero con distintas formas y presentaciones.
Estas últimas basadas en la cultura tradicional de nuestra España, siempre multicultural, siempre diversa, nos demuestra la rica y variada gastronomía nacional. Es además un atractivo turístico para cuantos viajeros nos visitan.
En nuestro caso hablamos del chicharrón. Aunque no todos los viajeros lo han sabido apreciar. Ni Charles R. Scott ni Richard Ford, o Henry David Inglis que solo probó –sin más alabanzas– huevos frescos por la noche en una de nuestras posadas. A todos ellos se les olvidó mencionar en sus escritos el rico chicharrón chiclanero.
Este año el chicharrón, en su fiesta de agosto, lo hemos vestido de largo –y con gran éxito– para el público nacional e internacional dándole visibilidad social y gastronómica más allá de la bahía gaditana.
En Chiclana, como producto tradicional y popular nunca ha faltado entre nuestras tapas y aperitivos, junto al vino fino de la tierra. Nunca les faltó en casa a nuestras madres y abuelas: la pella y la manteca de cerdo, el orégano, el pimentón, los ajos, el laurel, el aceite y la sal –la sal de nuestras salinas– para hacer chicharrones.
Ahora, con su día oficial de fiesta después de dos años sin ella, como consecuencia de la Covid-19, han venido nuevos y más elogios. Pronto tendrá su Denominación de Origen: “Chicharrón de Chiclana”. Porque no solo aquí se hace el chicharrón en España. También su receta es conocida en Hispanoamérica, sobre todo en Costa Rica, Venezuela y Perú. Sin embargo, en otros países la palabra chicharrón tiene otras connotaciones menos culinarias.
«Y le dieron chicharrón” es una expresión popular en Texcoco (México) que hace referencia a la cogida y muerte del torero de Puerto Real, Bernardo Gaviño, que fue corneado por un toro de nombre “Chicharrón”. En Honduras y El Salvador la locución verbal “dar chicharrón a alguien” significa “quitar la vida”.
En Cuba le llaman así a un árbol silvestre y, coloquialmente, es sinónimo de “adulón” o “delator”. En Chiclana, los chicharrones, te quitan el sentido.
Bibliografía:
-ARAGÓN PANÉS, J. L. (2011): “Breve historia de Chiclana”. Navarro Editorial.
-CONTLA CARMONA, A. (2022): “Texcoco, luces y voces”. Manuscrito.
-MORENO BEJERANO, M. R. (2022): “Recetas de la abuela”. Manuscrito.
-REAL ACADEMIA DE LA LENGUA: “Diccionario”