
POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Es curioso; pero hay sucesos sin aparente trascendencia que poco a poco, a través de los tiempos, sí la han tenido y en múltiples ocasiones con importante valor económico-industrial.
Por ejemplo: en 1870 el científico alemán E. von Wolf, al estudiar el contenido en hierro (Fe) en las espinacas publicó un valor de, aproximadamente, 27,0 mg de Fe por cada 100 g de hoja fresca. Fue en 1937 cuando se demostró que el resultado correcto era de 2,70 mg Fe/100 g producto.
¡El alemán se equivocó al colocar «la coma «!
En ese intervalo 1870-1937, concretamente en 1929, se creó en EE.UU. el famosísimo personaje de POPEYE EL MARINO, héroe simpático que «aumentaba» su fuerza muscular (tenía músculos de hierro) a base de consumir ESPINACAS, y que dio base a una importante industria del cómic y cinematográfica.- Vayamos ahora a «lo nuestro».
La lectura de la Pasión y Muerte de Jesús nos cuenta que Pedro, al ver preso al Maestro, negó por tres veces que lo conocía y que, justo en ese instante, cantó un gallo («Et statim gallus cantavit», dice San Juan). Después lloró amargamente su pecado.
El canto del gallo, en la amanecida, es anuncio del día que nace y para Pedro fue la confirmación en su fe naciente.
Así lo entendieron algunos Papas como León IV, San Gregorio Magno, y muy especialmente San Nicolás I, que gobernó la Iglesia desde el año 858 hasta su muerte en 867.
Este Papa recomendó que, en recuerdo de la firmeza en la fe cristiana, se colocara la imagen de un gallo en la parte más alta de templos y catedrales, y como esta era la veleta sobre el campanario o sobre la torre, en ella va un gallo.
Consecuencia económico-industrial: un motivo más de decoración en la forja del hierro.
Pues eso: cuando vean un gallo en una veleta, recuerden a San Pedro y, como él, si son creyentes, reafirmen su fe.