
POR ÁNGEL DEL RIO, CRONISTA OFICIAL DE GETAFE Y MADRID
La granja escuela de Villanueva de Perales ha sido el escenario de un lamentable episodio que ha costado la vida a un niño de 6 años, tras sufrir un shock anafiláctico.
El pequeño era alérgico a la lactosa y sufría de asma. Los padres habían advertido de esta circunstancia y los monitores eran conocedores de la misma.
Las investigaciones esclarecerán lo que pasó, pero mientras tanto no se puede poner en duda a estas instituciones, ni a los profesionales que en ellas trabajan. Las primeras granjas escuela se instalaron en nuestra Comunidad mediada la década de los años setenta.
Se trataba de una iniciativa para dar oportunidad al niño urbano de mantener un contacto directo con la naturaleza. Esas generaciones, nacidas en medio del desarrollismo urbano, venían al mundo y crecían, dentro de colmenas de cemento, construidas en ciudades dormitorio del área metropolitana de Madrid, alejadas de la naturaleza.
Desde entonces, cientos de miles los niños han pasado por las granjas escuela, han tenido una experiencia de contacto con la naturaleza, y se puede contar con los dedos de una mano el número de accidentes graves que se han producido en estas instalaciones.
La muerte de un niño en la granja escuela de Villanueva, es un doloroso episodio que no puede poner en cuestión el buen hacer de este tipo de instituciones.