
POR JOSÉ ANTONIO MELGARES GUERRERO, CRONISTA OFICIAL DE CARAVACA Y REGIÓN DE MURCIA.
A mediados de junio de 1925, ahora hace cien años, el murciano Francisco Frutos Valiente, desde 1920 Obispo de Jaca, fue trasladado a la Diócesis de Salamanca donde dirigió la sede hasta 1933, año en que falleció y fue sepultado en su catedral. Frutos Valiente, además de haber sido el mejor orador sagrado de la España de su tiempo, fue gran amigo de Miguel de Unamuno, Senador del Reino y mediador entre La República y la Iglesia en un tiempo difícil para esta última.
En Murcia tiene calle dedicada a su recuerdo y un monumento en bronce en el barrio de Santa Eulalia del que fue vecino junto a su familia
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