
POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
Nos hemos permitido la licencia de aplicar ese vocablo al período englobado por los pasados tres meses que, como hemos podido comprobar –y muchos disfrutar–, fue una etapa anómala y singular, tanto en el apartado térmico como en el pluviométrico.
Respecto al primero, fue una mezcolanza entre una situación veraniega u otoñal –de ahí el término aplicado–, con una temperatura media de 18’2º (con 2’3º grados acumulados sobre lo que suele ser habitual), más propia de las costas mediterráneas que del interior peninsular (destacando, igualmente, que en ese contexto temporal no hubo ni un solo día de escarcha).
Y, si nos referimos a las precipitaciones, ha sido el otoño más apropiado desde que tenemos datos registrados (y ya llevamos la considerable cifra de 37 años), con una total de 298 litros por metro cuadrado en ese trimestre (casi la mitad de lo que acostumbra llover en todo un año). Pero no sólo sobresalió la cantidad precipitada, sino la forma en que lo hizo, sin excesos acumulados en ningún momento que originaran daños materiales en las diferentes actividades económicas o a la naturaleza, más bien al contrario.
Como resultado de ambos elementos meteorológicos conjuntados, diferentes sectores naturales y productivos se vieron muy beneficiados, desde el primario o agropecuario hasta el meramente recreativo (senderismo, un suponer…) o el culinario (como el tema micológico, que este año brilló por su esplendor).
Como siempre suele suceder en estas situaciones, hubo actividades que se vieron perjudicadas en su acontecer cotidiano, algo que siempre sucede cuando la meteorología se desvía de la normalidad. Pero así es la vida y de ese modo hay que aceptarlo.
Dejando a un lado ya el pasado y centrándonos en el presente –pero con proyección al futuro–, con la entrada de diciembre el tiempo ha cambiado notoriamente: las altas presiones se han asentado sobre el país alejando a las nubes y lluvias hacia el Mediterráneo o el Cantábrico por unos días, el cielo luce de día su típica capa azul inmaculada mientras de noche se adorna con infinitas estrellas rutilantes; a la vez que las temperaturas han regresado gradualmente a lo que suele ser cotidiano por estas fechas, haciendo acto de presencia las primeras heladas que presagian ya el inminente invierno que se nos avecina. E intuimos que este mes será bastante diferente del anterior: con predominio de las situaciones anticiclónicas, lo que conllevará el que haya menos precipitaciones y más frío que en el borrascoso mes pasado. Ya lo dice el refrán: “Noviembre acabado, invierno empezado”.