
POR ÁNGEL DEL RIO, CRONISTA OFICIAL DE MADRID Y GETAFE
Lo del síndrome postvacacional me parece una milonga, pero lo del síndrome postdebate del Estado de la Región (Madrid), es incuestionable cuando se trata del último de la legislatura y el disparo de salida de lo que va a ser una larguísima campaña electoral.
El debate respondió a todo lo esperado de lo que era el último: balance de gestión por parte del PP y balance de crítica generalizada por parte de la oposición; diagnóstico triunfalista a cargo de quien gobierna, y desastroso por parte de quien aspira a gobernar; propuestas de futuro a corto y medio plazo de quien aspira a ser candidato y seguir presidiendo la Comunidad, y atisbo de ideas y promesas por parte de quienes intentan ganar las elecciones.
Hubo mucha pasión, incluso hasta la afonía; bastante demagogia, incluso hasta desnaturalizar las cifras; mucha tensión política, algo de descalificación hacia el contrario y demasiados aplausos interesados, sobre todo por parte de los peloteros de turno. Ignacio González hizo el papel de candidato, y le salió bien; Tomás Gómez, también se mostró candidato, de momento a unas primarias “semiabiertas”, que son como la leche semidesnatada: se conserva el calcio, pero se le priva de la nata; Izquierda Unida, parecía obsesionado por la defensa del territorio electoral, que le puede arrebatar en buena parte Podemos, y en UPyD, no se apreciaron grandes cambios, por lo tanto, escasas convulsiones internas y mostrando sensación de leche pasteurizada: sin microbios, pero tampoco vitaminas. Lo típico del síndrome postdebate.
Fuente: <a href=http://gentedigital.es/comunidad/angeldelrio/>http://gentedigital.es/</a>)