POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
Muchas veces, cuando regresamos hacia hechos pasados, parece como si la distancia fuera corta a pesar de haber transcurridos años, e incluso varios lustros. Entonces, en esos momentos recordamos situaciones acaecidas entonces y a personas que fueron protagonistas de las mismas, y que por desgracia ya no están entre nosotros, al encontrarse observándonos, como dice un buen amigo mío, desde el balcón más viejo de este mundo. Personas que dejaron su impronta en nuestra ciudad, en su historia y tradiciones, en la sociedad del momento, e incluso en la vida cotidiana. Hace algún tiempo, en una de mis vueltas a los puentes dejé abierto un tema, para tratarlo posteriormente. En aquella ocasión, con el título ‘Memoria para la historia’ me refería a un documento datado en 1875 en el que se describían las reparaciones efectuadas en el Santuario de Nuestra Señora de Monserrate y los profesionales que intervinieron, que fue descubierto en el interior de la cúpula con motivo de las obras restauración del mismo en los años ochenta del pasado siglo.
Tras el hallazgo del citado documento del siglo XIX se optó por dejar constancia «para la posteridad», en el mismo lugar de la cúpula otro en el que se reflejara la obra ejecutada, los que participaron, así como las cantidades económicas recaudadas hasta el 12 de enero de 1990, en que se dató el citado memorial.
Desde 1984 se apreciaban algunas grietas en la cúpula principal del Santuario, dando lugar a filtraciones de agua de lluvia. Ante esta situación, la Junta Directiva de la Cofradía de Nuestra Señora de Monserrate acordó la creación de una comisión que se encargase de contactar con un arquitecto para efectuar una inspección y evacuar el oportuno informe. Dicha Comisión quedó formada por Antonio Roca Cabrera, hermano mayor eclesiástico; Ángel García Galiano, hermano mayor seglar; Manuel Cagigal Masiá, secretario eclesiástico; Trino Meseguer Irles, tesorero; Antonio García-Molina Martínez, secretario seglar. Para ello se concertó con el arquitecto Ramón Navarro Gómez-Pardo, cuyo informe que no se hizo esperar ponía en antecedente que los daños que había detectado eran de consideración, sobre todo en la fachada principal, cúpula y arcos de la bóveda central del Santuario.
Inmediatamente, la Junta creada al efecto, puso manos a la obra (nunca mejor dicho) y se acometió en un principio la reparación de los tejados en dichas zonas. A continuación, se contrató a la empresa madrileña Fondedile SA, especialista en reparación de monumentos, por la cantidad 16.675.000 de pesetas para las obras de cosido de paredes, arcos y cúpula, así como el recalzado de las columnas que sustentan a esta última. Por otro lado, la misma fue reparada e impermeabilizada, sellándose las grietas existentes, volviendo a retejarla con teja cerámica vidriada de color azul.
Durante el trascurso de la obras se constató la presencia de otros daños en el inmueble, precisando la actuación sobre los mismos, concretamente en la cúpula de la sacristía, en sus paredes y en las del camerino del Cristo en la Capilla del Hallazgo. Todo ello motivó que el presupuesto inicial se viera incrementado en aproximadamente cinco millones y medio más. Al margen de todos estos trabajos de consolidación se llevaron a cabo otros de albañilería, a cargo de la empresa oriolana Construcciones Celdrán, desde el 28 de noviembre de 1988 hasta el 3 de febrero del año siguiente, importando sus trabajos 11.339.430 pesetas. Bajo la dirección de Manuel Celdrán Berenguer, intervinieron el oficial Manuel Cabrera Riquelme, los ayudantes Antonio Andreu Soto y José Soto Martínez, y el peón Vicente Cases Araes. Los trabajos de carpintería y cristalería, respectivamente fueron realizados por Francisco Meseguer y Cristalería Llorca, ambos de Orihuela. Por otro lado, la pintura, decoración y dorado estuvo ejecutada por los artesanos oriolanos Isidoro Sánchez Hernández y José Gea Hernández, que estuvieron auxiliados por los aprendices Miguel Ángel Gea Rodríguez y Joaquín Alonso Andreu. En la fecha en que se redactaba el documento, era capellán del Santuario José Manuel Ángel Muñoz y camarera mayor Dolores Guillén Moreno. Así mismo formaban parte de la Junta Directiva de la Cofradía, además de las personas citadas que constituían la Comisión, las siguientes: Ramón Navarro Mateo, Manuel Gallud Salas, Pedro Cartagena Bueno y Claudio Ros Martínez.
Hasta entonces, se habían contraído gastos por un importe de 39.729.699 (238.780,30 euros) pesetas y se había recaudado hasta esa fecha, un total 30.874.623 de donativos, quedando una deuda de 8.855.076 pesetas. Entre las aportaciones cabe destacar las de carácter popular que sumaban aproximadamente un 78% de dicha cantidad. Así mismo, el Ayuntamiento de Orihuela aportó cinco millones de pesetas; el Obispado de Orihuela-Alicante, dos millones; la Caja Rural Central, 1,5 millones; la Caja de Ahorros del Mediterráneo, un millón; el obispo Pablo Barrachina y Estevan, un millón. Por último, se tenía esperanza de que «con la intercesión de Nuestra Amantísima Madre María de Monserrate, Patrona de todos los oriolanos» se recaudase el dinero que faltaba y poder concluir definitivamente las obras. Éstas se habían iniciado durante el pontificado del prelado Barrachina y concluyeron, siendo éste obispo emérito y titular de la Diócesis Francisco Álvarez Martínez que, en 1996 fue preconizado como arzobispo primado de Toledo y, posteriormente nombrado cardenal.
Esperemos que, de igual forma que a los 114 años de haberse localizado el documento de 1875, trascurran muchos más de éstos para volver a encontrar el depositado el 12 de enero de 1990. Será señal de que la cúpula del Santuario de Nuestra Señora de Monserrate ha sobrevivido, manteniéndose sin necesidad de restauraciones.
Fuente: http://www.laverdad.es/