
POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Ningún documento se conserva que atribuya al rey Alfonso I el Católico (hijo del duque Pedro de Cantabria, yerno de Don Pelayo, cuñado de Favila y padre del rey Fruela I) la fundación de antiguo Monasterio de San Pedro de Villanueva.
De hecho no hay noticias escritas sobre el monasterio hasta el siglo XII, tan lejano en el tiempo de la fecha del 21 de febrero del año 746, que alguien se atrevió a fijar como la de esta fundación monacal.
La posible escritura de fundación alegaban los monjes que se había enviado en 1615 a Prudencio de Sandoval, Obispo de Pamplona y Cronista del Rey Felipe III, pero nunca nadie la vio.
Fijémonos hoy en algunos asuntos relacionados con este monasterio cuyas posesiones se extendían en un círculo de -al menos- cinco kilómetros de diámetro por los concejos de Cangas de Onís y Parres, además de otras posesiones en diferentes localidades.
Bien es cierto que los documentos que se conservan y los restos arqueológicos del monasterio no son anteriores al siglo XII, siendo la primera fecha que se conoce la del año 1114, cuando el matrimonio formado por Juan y María (sin más datos) donó al monasterio la magnífica pila bautismal que ahora se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid; mientras el primer abad del que se tiene noticia documentada es Fray Rodrigo -ya en el año 1215- ofreciendo usufructos a cambio de otros bienes donados al monasterio.
En el año 1751 los monjes del Monasterio de San Pedro de Villanueva hicieron un apeo (inventario) de todas sus propiedades en el río, desde la capilla de Sta. Cruz hasta la Morca, en ambas orillas, entre las cuales se incluía la barca para cruzarlo en las inmediaciones del convento, la cual arrendaban o administraban.
En el año 1785 los monjes levantaron el primer puente de la parroquia en el lugar conocido como El Brezo -famoso pozo de pesca- dado que sus isletas de piedra favorecían la sencilla construcción en madera. Poco duró este primer puente tras una de las grandes avenidas del río Sella.
Diez años después, el anciano y casi siempre enfermo abad Fray Cosme Jiménez “que hallaba recursos en los trances más apurados” consiguió levantar el puente de Villanueva que -tras notables restauraciones que sufragaron los ayuntamientos de Cangas de Onís y Parres en los dos siglos siguientes- dura hasta nuestros días.
Hace tan solo cincuenta y tres años, al desmontar un piñón o hastial en el muro toral del tejado de la iglesia del monasterio, agrietado por varias partes, se advirtió que un largo sillar hacía de tapón y simulaba una pared y -al retirar las tejas- apareció una que, a modo de breve testamento y sobre su parte convexa, nos legó los datos que un cuidadoso monje grabó en su blanda arcilla. Sobre la teja de Villanueva se grabó exactamente la siguiente inscripción: “Era MCCLXI Abbas Rodericus comsumavit Eclesias Santi Petri. Monacus Martinus scripsit tella”. Su traducción es: “El año 1261 el Abad Rodrigo terminó las iglesias de San Pedro. El monje Martín escribió la teja”. Una rúbrica y una especie de extraño sello cierran los datos.
Debo aclarar que ese año corresponde a la Era Hispánica que regía entonces, y que hoy -para adaptarlo a nuestra vigente Era Cristiana- debemos restarle 38 años, siendo, realmente, el año 1223.
La Real Academia de la Historia y la de Bellas Artes de San Fernando de principios del siglo XX le otorgaron al monasterio de San Pedro de Villanueva la categoría de Monumento Nacional; además, desde que pasó a estar bajo el control de Paradores de España -hace veintisiete años- no pudo haber encontrado mejor protección; toda una garantía de futuro para este monumento histórico-artístico de primer orden que asienta sus cimientos en los tiempos y lugares donde comenzó el Reino de Asturias.FUENTE: https://www.facebook.com/franciscojose.rozadamartinez