Víctor Manuel se fue a Madrid cuando era un adolescente para «ganar un dinero, volver a Mieres y montar una cafetería». Pero el destino le tenía preparada otra cosa: triunfar en el mundo de la música. Por su trayectoria, «y por tener siempre a Asturias tan presente», recibió en la noche del sábado la «Amuravela de oro», el prestigioso premio que entrega la asociación «Amigos de Cudillero» y que distingue a personas o instituciones por su trabajo en favor de Asturias en general y del concejo cudillerense en particular. La trigesimoquinta edición del premio se dedicó de forma genérica a todos los marineros fallecidos en el mar y especialmente a los perdieron la vida en últimos naufragios frente a las costas asturiana y gallega.
La ceremonia empezó puntual, a las nueve de la noche, en un conocido restaurante de San Juan (Cudillero). A esa hora el cantante Víctor Manuel y el empresario Tomás Casado se sentaron en la mesa presidencial para recibir la distinción «guinda» de sus vidas, como dijo Víctor Manuel, de 66 años. El primero en recoger el galardón y en intervenir fue Tomás Casado. El empresario zamorano afincado en Oviedo no pudo contener las lágrimas. Dedicó el premio a su familia y también «a todos y cada uno de los empresarios», esos que, a su juicio, «hoy lo están pasando tan mal y tienen a veces una mala prensa no merecida». «Sin el esfuerzo de los empresarios no tendría sentido la sociedad actual», sentenció ante casi 400 personas. La soprano Tina Gutiérrez despidió la intervención de Casado con una canción popular, «Un paxarín parlero».
No fue la única sorpresa de la noche. Después de la entrega de la «Amuravela de oro» empresarial (desde hace tres años se otorgan dos premios) llegó el turno de Víctor Manuel. El director de cine Pedro Olea recordó la vida del cantante en el mundo del cine y cuando en la década de los setenta viajaron juntos desde Madrid a Cudillero para rodar «Tan lejos, tan cerca». Esa experiencia y especialmente el acercamiento de Víctor Manuel a los marineros dejó una canción, «De Cudillero». Una composición que, como dice el cantante, «es del que la escucha, no del que la escribe ni la canta». Para concejo cudillerense y para la villa pixueta y sus gente tuvo el cantante palabras de agradecimiento. «Gracias por darme cobijo, gracias por calentar mi corazón», dijo en asturiano primero, y en castellano después, para despedir un discurso que acabó cantando. La canción elegida, «Un cura de aldea».
Fuente: http://www.lne.es/ – A. M. Serrano