EL CÓLERA Y PRIMEROS PROYECTOS DE CAPTACIÓN DE AGUAS PARA EL ABASTECIMIENTO DE LA ZARZA (BADAJOZ)
Oct 02 2024

POR FABIÁN LAVADO RODRÍGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LA ZARZA (BADAJOZ)

El agua como principio de vida, y uno de los recursos naturales más importantes de nuestro planeta, fue siempre de suma importancia para el hombre. Las distintas civilizaciones han tratado de instalarse constantemente cerca de este preciado recurso que, con el paso del tiempo, se ha estimado cada vez más imprescindible, dada su escasez y necesidad.

Así, los núcleos de población se establecían junto a un río o un manantial, o ambos a la vez, en busca de agua no sólo apta para el consumo humano, sino también para atender al ganado y caballerías, riego, lavado de ropa y otros usos. Tan importante como la propia agua, era contar con ella durante todo el año, de ahí que en muchas ocasiones se realizasen obras hidráulicas o de ingeniería para obtenerla e incluso protegerla. Las más sencillas fueron los numerosos pozos y aljibes construidos en el interior de los edificios, lo que evitaba acudir diariamente a los sitios públicos o abastecerse en caso de sequía.

A finales del siglo XIX y principios del XX, España y, sobre todo, sus pequeñas poblaciones se fueron quedando atrasadas con respecto a Europa en cuanto a obras de abastecimiento de agua potable y alcantarillado, más teniendo en cuenta los temidos brotes de cólera, tifus y disentería que azotaban a nuestro país, cuya solución pasaba por extremar la higienización. Hasta no hace tantos años, el cuarto de baño y el váter no formaban parte de las dependencias comunes de las viviendas, la “esterquera” era el lugar habitual donde se evacuaban los excrementos.

La epidemia de cólera en La Zarza

 A lo largo del siglo XIX, varias epidemias de cólera azotaron España. La del bienio 1854-55, originada en noviembre de 1853 tras la llegada del barco “Isabel la Católica” al puerto de Vigo desde donde se extendió a todo el país, causó oficialmente 236.744 fallecidos. El trabajo del Gobierno quedó reducido prácticamente a publicar legislación sobre la enfermedad, mientras que la lucha contra la epidemia y la obtención de recursos económicos para las necesidades sanitarias y sociales quedó en manos de las autoridades locales, sobre todo los ayuntamientos y sus Juntas Municipales de Sanidad.

Al mismo tiempo, en sesión ordinaria del 11 de marzo de 1855, el Ayuntamiento de La Zarza, presidido por su alcalde D. Pedro Merino, acordó, según una real orden, realizar una memoria sobre la enfermedad en la población: cuándo apareció, duración, síntomas, número de infectados y fallecidos, causas, métodos curativos y circunstancias locales para su origen y desarrollo; asimismo presentar partes semanales sobre la evolución de la epidemia al Gobernador Civil de la Provincia y recomendar la memoria escrita por el profesor de Medicina Antonio Castro, que proponía una serie de medidas higiénicas. El encargado de llevar a cabo todas estas tareas será Juan Rodríguez Hidalgo, médico de La Zarza. El ayuntamiento también solicita que se desequen todas las lagunas y quiten las esterqueras que se encontrasen en las inmediaciones de la población, altamente perjudiciales para la salud, sobre todo si se presentaba de nuevo el cólera.

Una semana después, el 18 de marzo, siguiendo lo ordenado en el Boletín de la Provincia, el alcalde, tras consultar al médico de la localidad, remitirá informe sobre la situación del cementerio: su distancia al pueblo y si cumplen las medidas higiénico-sanitarias con el fin “de evitar que las exhalaciones de los fallecidos infecten el aire que han de respirar los vivos”, en caso contrario se ordenará la construcción de uno nuevo.

Por último, en sesión extraordinaria de 27 de agosto de 1855, la corporación local y la Junta Municipal de Sanidad acordaron suspender la feria de Nuestra Señora de las Nieves que se celebraba los días 7, 8, 9 y 10 de septiembre y reanudar los festejos cuando se creyera oportuno, pues la concentración de muchas personas sería peligrosa, favoreciendo la propagación de la temida enfermedad, además del estado en que se encontraban muchos pueblos de la provincia invadidos por el cólera.

Por ello, desde principios del siglo XIX, los distintos reglamentos jurídicos consideraron el abastecimiento de agua como uno de los principales servicios públicos. Todo este corpus legislativo, en mayor o menor medida, coincidía en la importancia de los Ayuntamientos, Diputaciones y Mancomunidades en la gestión, supervisión y construcción de infraestructuras relacionadas con el suministro de agua.

Proyectos iniciales

El “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España” de Pascual Madoz, publicado entre 1846-1850, recoge que la villa de Zarza junto Alanje contaba por esas fechas con una población de 2410 almas que “se surte de aguas potables en una fuente con pilar que hay en la plaza, otras 9 particulares, 2 pozos públicos y otros manantiales a diferentes distancias”. Esta situación se vino manteniendo prácticamente hasta la llegada del agua potable a los domicilios, añadiendo los caños del Pilar, junto al parque, y los numerosos pozos realizados en viviendas y otros lugares.

El 5 de agosto de 1954, el pleno municipal, encabezado por el alcalde D. Miguel Amado Seguro, dio cuenta del oficio recibido de la Confederación Hidrográfica del Guadiana sobre la instancia presentada por el ayuntamiento para solicitar el abastecimiento de aguas a la población, dada la necesidad, y que se hallaba paralizado en ese momento, así como de la visita efectuada por Guillermo Carrillo Vargas, ingeniero de la Confederación, al manantial de Juan Bueno para estudiar las posibilidades técnicas y económicas sobre dicho abastecimiento, que alcanzaría la cifra de 800.000 ó 900.000 pesetas, la mitad aportada por el Estado y la otra por el ayuntamiento, a razón del 10% mientras se realiza la obra y un pago de entre 16.000 ó 18.000 pesetas anuales durante 20 años, que también podría financiar el Estado. El pleno acordó por unanimidad afrontar el pago de la parte que le correspondiera.

El 7 de agosto, el alcalde expuso a la corporación el conflicto sobre el abastecimiento de aguas a La Zarza, a todas luces insuficiente, sumando los pozos y fuentes que disponía el Ayuntamiento y la Hermandad. A ello, se le añadía el problema de los pozos particulares que vendían durante todo el año el agua a 10 ó 15 céntimos el cántaro a los vecinos más acomodados económicamente; pero que debido a la escasez de agua por la que atravesaba la población, los dueños de los pozos ya cobraban hasta 50 céntimos, no sólo a los que ya se la compraban anteriormente, sino también a los más humildes. El ayuntamiento acordó citar a estos propietarios, haciéndoles ver la situación de penuria y que al menos no elevasen los precios valiéndose de la necesidad.

En sesión extraordinaria de 5 de junio de 1955, el alcalde D. Victoriano Caballo Arranz dio lectura a la resolución del Director General de Obras Hidráulicas sobre el proyecto de captación, ya separado y modificado del de abastecimiento de agua de Zarza de Alange, aprobado por orden ministerial de 24 de mayo de 1955, para que se iniciasen los trabajos de captación, aplazando la ejecución del resto hasta conocer el resultado obtenido, por un importe de 134.226,12 pesetas por administración y 150.590,49 por contrata, contando a la vez con la subvención del 50% y el anticipo del 40% por parte del Estado. A todo ello se compromete el Ayuntamiento, así como a entregar a Confederación el manantial de Juan Bueno y los terrenos que hayan de ser ocupados por las obras, y a renunciar de momento a la facultad de implantar una tarifa de agua y el cobro de la misma. 

Años después, en el pleno del 22 de noviembre de 1963, el alcalde D. Victoriano Caballo manifestó a los concejales que a pesar de haber efectuado la Confederación Hidrográfica del Guadiana varios trabajos para la captación y traída de aguas a La Zarza, éstos han resultado negativos. Y que dada la situación, con tan sólo dos fuentes públicas (el Pilar y la Fuente), no muy abundantes, para el abastecimiento de una población de más de 5000 habitantes, teniendo que suministrarse casi la mitad de ella del agua de fuentes o pozos particulares mediante el abono de una cantidad por cada vasija, van a recurrir a la Diputación de Badajoz para realizar nuevos estudios.

Primer proyecto de obras para el abastecimiento de La Zarza

De esta manera, para cumplimentar el escrito del Presidente de la Diputación Provincial de Badajoz, D. Manuel Carracedo Blázquez, de fecha 10 de abril de 1967, se redactó el proyecto “Obras de investigaciones mineras para aguas subterráneas previas al alumbramiento para abastecimiento de Zarza de Alange (Badajoz)”.

El proyecto, fechado en Badajoz en mayo de 1967, fue redactado por el ingeniero de minas Jesús Remón Camacho, y auxiliado en la toma de datos por Rafael Mingarro Satué, ayudante de la Sección de Obras y Vías de la Diputación Provincial de Badajoz. Se trataba de un proyecto de captación, previo a la conducción, tratamiento, almacenamiento y posterior distribución del agua, que consistía en investigaciones mineras para descubrir aguas subterráneas, incluyendo las labores de profundización en el terreno, sacarlas a la superficie y medir su caudal o aforo, todo ello con la pertinente autorización administrativa.  

El informe geológico concluyó que el agua subterránea existente en la zona estaba en relación con las capas de cuarcitas y fracturas existentes. El terreno presentaba un grave inconveniente, ya que las tierras tenían un alto contenido de aluminio, en muchos casos verdadero caolín, que formaba una capa de más o menos potencia y a mayor o menor profundidad, cuya característica acuífera es su impermeabilidad. Para resolver el problema era indispensable captar el agua en zonas de fracturas o con escaso espesor de tierras aluminosas.

En cuanto a la dotación necesaria, La Zarza tenía una población de 5114 habitantes, que incrementados en el 10% arrojaban 5625 vecinos. Para una dotación de 100 litros/habitante/día se precisaba un caudal continuo de 6,51 litros/segundo, caudal considerable en relación con las condiciones hidrogeológicas subterráneas de la zona. 

Las labores de investigación minera para el descubrimiento de aguas subterráneas se proyectaron en 4 parajes principales: Paraje Camino de Monte, donde existía un pozo de escasa profundidad construido por la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos; Sierra del Calvario y zona oeste de la Sierra de Juan Bueno (esta opción tenía la gran ventaja de que el agua podía llegar hasta el pueblo por la inclinación del terreno), Pozo de la Sierra, en las estribaciones de Peñas Blancas, y Paraje Pozos.

La investigación comenzó con una serie de sondeos mecánicos a distintas profundidades, en general entre 20 y 30 metros, que servirían, entre otras cosas, para determinar la potencia de las tierras aluminosas o caolín. A continuación, donde fuese aconsejable por el resultado del sondeo mecánico previo, se realizaría la correspondiente labor subterránea, que consistía en un pozo comprendido entre 3 y 3,8 m de diámetro y 20 m de profundidad, según la naturaleza del terreno, pozo que será revestido de hormigón en sus primeros 6 m. Esta obra subterránea se completaba con 40 m lineales de galería de 2 x 2 m2 de sección. Finalmente, la investigación concluiría con los correspondientes aforos o mediciones del caudal de agua, y el análisis de la misma.

La obra del proyecto se rigió por los pliegos de condiciones propios de esta clase de obras, en especial, y en lo referente a seguridad e higiene de los trabajos y trabajadores, era de aplicación lo ordenado en el Reglamento de Policía Minera y Metalúrgica de 23 de agosto de 1934, y decretos del Ministerio de Industria que lo reforman y complementan en lo referente a la salubridad (Decreto 2540/60), explosivos (Decreto 1416/62) e instalaciones eléctricas (Decreto 416/64).

Por último, dada la peculiar peligrosidad de esta clase de trabajos, el contratista debía tener al frente de la obra a un técnico competente en Técnica Minera, así como a obreros especializados en la misma.

Para el presupuesto de ejecución material, es decir, el importe del coste de los materiales y de la mano de obra necesarios para la ejecución de los trabajos, se tuvo en cuenta la dureza del terreno de ubicación, el agotamiento probable consistente en la eliminación del agua de la excavación mediante drenaje o bombeo, y la profundidad a que se realizaría la excavación. Efectuadas las distintas cubicaciones, la obra se dividió en las siguientes partidas: 200 metros lineales de sondeo mecánico, a 800 ptas./ml., 160.000 ptas.; 226,708 metros cúbicos de excavación en pozo, incluido entibación, extracción, agotamiento y transporte a vertedero, a 1100 ptas./m3, 249.378,80 ptas.; 160 metros cúbicos de excavación en galería, incluido entibación, extracción, agotamiento y transporte a vertedero, a 1100 ptas./m3, 176.000 ptas.; 25,622 metros cúbicos de hormigón de 350 kgs. en revestimiento de pozo, a 996 ptas./m3, 25.519,52 ptas.; traslado de maquinaria de sondeo a pie de obra (locomoción 400 kms. x 12 ptas. suman 4800 ptas., cargas y descargas suman 5200 ptas.) 10.000 ptas.; 3 aforos de sondeo mecánico, a 3000 ptas./unidad, 9000 ptas.; 20 días de aforo de pozo, a 750 ptas./día, 15.000 ptas., y 3 análisis de agua, a 1000 ptas./análisis, 3000 ptas. En total 647.898,32 ptas.

El presupuesto de ejecución por contrata o importe que cobraba el contratista, una vez que al valor de los materiales y mano de obra se le añadió la parte proporcional de sus gastos generales y del beneficio económico a obtener de la obra, ascendió a la siguiente cantidad: presupuesto de ejecución material 647.898,32 ptas.; 2% de imprevistos 12.957,96 ptas.; 5% de dirección y administración 32.394,91 ptas., y 9% de beneficio industrial 38.310,85 ptas. Total 731.562,04 ptas.

Estudiadas detenidamente las posibilidades de abastecimiento para La Zarza en los lugares determinados, cercanos a la población, y realizadas las obras de captación de aguas subterráneas en ellos, éstas no dan el resultado apetecido, ya que no cubrían las necesidades mínimas para el vecindario.

El 20 de diciembre de 1969, el Gobernador Civil comunicó a la alcaldía de La Zarza la inclusión de las obras previas al alumbramiento de aguas o captación en el Plan Provincial del bienio 1970-71, para cuya financiación se preveía la aportación municipal de 225.468 ptas., equivalente a un 30% del proyecto. El ayuntamiento, en sesión de 14 de marzo de 1970, aprobó definitivamente el presupuesto extraordinario para atender al pago de las obras de captación de aguas tras ser examinado por los concejales, proyecto que había sido aprobado en sesión de 5 de febrero de ese mismo año, fijando los gastos en 235.022 ptas.

Aprovechando el nuevo Plan Nacional de Abastecimiento y Saneamiento (provincia de Badajoz) aprobado por la Excma. Diputación Provincial de Badajoz en 5 de diciembre de 1975 y el Consejo de Ministros en 7 de marzo y 4 de julio de 1975, se propició la realización de un nuevo proyecto en 1976 a cargo del ingeniero César Vila Ruiz, cuyo presupuesto total por contrata ascendía a 11.580.000 ptas., con una primera fase valorada en 8.000.000 ptas., que pretendía impulsar el agua desde el río Guadiana hasta unos depósitos localizados en la ladera del monte Calvario. Este nuevo proyecto garantizaba un caudal de casi 12 litros por segundo, muy por encima de los 6,51 l/s para una dotación de 100 litros/habitante/día que ofrecía el plan de 1967.

FUENTE: EL CRONISTA

 

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