
POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
La clientela era gente que no solía frecuentar la iglesia, pero eran piadosos, devotos y fervorosos por sus asiduas visitas a los templos y cenobios de Baco. Repúblicas de la bebienda. Lugares para la intelectualidad, la sabiduría y la conversación. Refugio de notables, asilo de desorientados y aliento de abatidos. Con ordenanzas muy claras: “Prohibido escupir en el suelo”, “No olvides tirar de la cadena”, “Prohibido terminantemente el cante”, “Prohibido cantar mal. Si crees que cantas bien, canta, pero en la calle”, “No te preocupes, tú bebe”. Todo ello fue la impronta, el carácter de su espíritu, bajo el rito al compás de un trago de vino, que marcaba así a todo un mundo en armonía y saludable convivencia.
Bastaba una mesa y encima una frasca de boca ancha, protegida por un tapón grande de corcho para que empezase todo. O un mostrador de madera para restregar los codos. Así era como comenzaba la función de empinarlo, mostrando la devoción al claro o al tinto. Al fondo, una voz grave y solemne invitaba al consumo: “Apura que te llene”.
Cuando la hora de recogida se desmadraba llegaba lo peor. En la lenta quietud de la noche, surgía una letanía de advertencias. “Qué derecho vamos hoy”, “Coño, si me muevo lo vierto”, “Cuidado con los tropezones”. A llegar a casa, la frase era casi siempre la misma “Cómo hueles a vino. Si no te puedes tener en pie”. Entonces surgía la ilustre personalidad del afectado, quien aguantando el equilibrio, respondía ante la dureza del chaparrón “Yo sé quién soy”, “A Noé le vas hablar de la lluvia”.
Memoria cierta de emoción les daba a los asiduos clientes de la bodega de Lorenzo Paredes Carretero al subir los escalones de su establecimiento que estaba en la Puerta del Sol. Hoy saco varios de los nombres de aquellos cenobios desaparecidos y levantados en honor de Baco: La Celestina, Manolito Jiguero, Lorenzo el enterraó, El Basero, La tía Tornija, El Mimbrero, Alfonso Cruz, El Galgo, Josefa la de la estación, Periquín, Tomás Pedraja, Villares, Pichón, El Colorao, Las cinco casas, La Parra, Silva, El Capitán, El Hoyo, El Furraquín…”. Evidentemente hay muchas más.