POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA

Castilla, eterna e inmutable, sigue siendo esa tierra donde nació la mística más sublime y junto a ella y en sus legendarios altozanos la más firme y limpia idea de grandeza con proyección.

Incrustadas a fuego lento en el alma de esta Castilla figuran tierras del Miño al Duero, condado de Portugal, feudo castellano que marcó la historia al oeste de esa vía milenaria de la Plata que a lo largo de tres milenios ha seguido marcando situaciones límite como las de la primera mitad del pasado siglo en Badajoz. Al oeste de esta vía Castilla olvidó sus destinos, y cuando llegó la hora de las reivindicaciones, se durmió en su paraíso. Hoy sigue olvidando al hermano, sin responder a la llamada más efectiva ni a las obligaciones históricas que pesan de la manera más clara sobre esta mala conciencia que los malos dirigentes de esta nave histórica tan rica y decidida han sembrado en su mente y en su corazón.

Sobre el alma de esta Castilla dormida por una falta de reacciones ágiles pesa la nube oscura de una mirada desviada hacia atrás por pura y simple ignorancia.

La mirada al oeste es una obligación y una consigna permanente que debe estar siempre abierta señalando los caminos del futuro.

Ese Oeste está esperando la llegada de los vecinos con los brazos abiertos. Sobre Castilla seguirá pesando como una tremenda losa la responsabilidad moral, ética e histórica.

Decir la verdad es duro, pero es más duro empeñarse en no querer mirar hacia delante, olvidando que la política es futuro y ese futuro esta escrito pero para eso hay que saber leer y ese esfuerzo necesita cierta atención.

Magnífico ejemplo están dando las gentes de las localidades de ambos lados de la raya de colaboración mutua.

Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/