POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
Gracias a las mejoras artísticas aparecieron en la presa comentarios como el que paso a leer: “Días pasados tuvimos que visitar este pintoresco pueblo de Torrevieja y quedamos admirados de ver el exquisito gusto con que los socios del Casino han decorado el espacioso salón de entrada, que sirve de café, y el monísimo saloncillo que formaba antes un pequeño patio contiguo a este. Bien saben aquellos señores emplear el producto de los arbitrios con que cuenta la sociedad, ofreciendo a los que en verano visitan aquellas hermosas playas un hermoso local para expansionarse, un centro de recreo propio de la mejor de nuestras capitales”.
El Casino representó en aquella época un lugar de encuentro en el que los socios hablaban de asuntos de sociedad, política, etc. Solían ser de clase alta e influyente, muchos de ellos pertenecientes a una pequeña burguesía, compuesta en su mayoría por armadores de buques, enriquecidos con los numerosos fletes y una cada vez mayor actividad de nuestra bahía. No era descabellado pensar que en este lugar se tomasen decisiones relevantes para el futuro de los torrevejenses, como la tan ansiada construcción de un puerto, la exportación, la discusión sobre diversos negocios y la situación política del momento, todo ello al margen de numerosas celebraciones festivas.
En la Feria de San Jaime del año 1902, el 25 de julio, el Casino presidido por don Vicente Castell Ibáñez, obsequió con un espléndido banquete a la oficialidad del crucero ‘Lepanto’, fondeado en esta playa durante varios días. En la noche tuvieron lugar en los elegantes salones bailes de sociedad, a los que asistieron distinguidas señoritas de esta localidad, obsequiando a los jefes y oficiales de buque. La velada fue lucidísima, terminando una hora avanzada.
En invierno se celebraron bailes de carnaval y piñata. En febrero de 1903, el último jueves de carnaval hubo baile, donde la concurrencia fue tan numerosa que resultaron pequeños los elegantes salones de tan aristocrático centro. Se presentaron muchas mascaras que lucieron elegantes y caprichosos trajes. La orquesta estuvo ejecutando bailables hasta la una de la madrugada y los jóvenes aprovecharon bien el tiempo para distraerse y divertirse.
En enero de 1904, como cada principio de año, según prescribe el reglamento del Casino, tuvo lugar Junta General ordinaria para la renovación de la Junta Directiva, resultando elegido como presidente Francisco Blanco. Y al año siguiente, 1905, se eligió una nueva directiva compuesta por: Salvador García Talavera, presidente; Francisco Bianqui, vicepresidente; Patricio Sala García, tesorero; y José Bru Marín, secretario. Esta nueva junta directiva se encargó de redactar otro nuevo reglamento que se aprobó en el mes de junio. El 31 de diciembre se compró a Teresa Esquiva una casa ubicada en el número 6 de la plaza de Isabel II, consiguiendo, a través de un patio, tener salida al exterior por la parte norte.
En verano de 1906, durante las primeras horas de la tarde, según los periódicos del momento, se pasaban ratos muy deliciosos en al Casino escuchando música selecta que, con verdadera y asombrosa inspiración, ejecutaba el notable músico torrevejense Manuel Capellín.
No siempre la vida transcurría con absoluta normalidad y sosiego. Al poco tiempo, el día 3 de septiembre de 1906, la guardia civil del puesto de Torrevieja puso en conocimiento del gobernador civil, que le habían sido robadas al conserje del Casino tres mil quinientas pesetas por un individuo llamado Francisco Mataix, que inmediatamente desapareció de nuestro pueblo con dirección a Murcia. Allí fue detenido a los pocos días por agentes de la fuerza benemérita.
El verano de 1907 transcurrió como siempre con la estancia en Torrevieja de numerosas personalidades que hicieron su visita al Casino. En el mes de julio, el gobernador de la provincia y el alcalde de Alicante estuvieron en Torrevieja aceptando una invitación de Vicente Chapaprieta, padre del que años más tarde fue ministro de Trabajo y Hacienda y presidente del Consejo de Ministros. Visitaron el Casino y tanto el gobernador como el alcalde alabaron el buen gusto y las excelencias del centro de recreo. Se sirvieron vermouts, refrescos y licores, aprovechando su estancia para saludar al alcalde de Torrevieja.
En ese mismo mes visitó la población la Infanta Isabel, “La Chata”, hermana del rey Alfonso XII, y conoció la magnificencia de nuestro Casino.
Se continuaron haciendo bailes y conciertos. El 7 de agosto de 1907 se celebró en este salón principal un baile organizado por jóvenes de la colonia veraniega. Se bailaron vals y rigodones con la estancia muy concurrida de público. En la siguiente semana, el lunes, 12 de agosto, se celebró un segundo baile de la temporada volviéndose a llenar tanto como en el anterior. A las diez de la noche hermosas mujeres ocupaban los amplios salones que, como correspondía a las grandes solemnidades, estuvo profusamente iluminado.
Nuevamente el conocido maestro Manuel Capellín fue el encargado de arrancar al piano dulcísimas y armónicas notas, a cuyo compás recorrieron el salón danzarinas parejas. Luego se tocó el insustituible rigodón, con sus complicadas y figuras, con sus elegantes y evolutivos compases, dentro de tan magnífico marco. El baile duró hasta las primeras horas de la madrugada.
Hubo una única nota discordante: fueron robados durante el baile un reloj y un alfiler de corbata. Quizás esto fue un signo, aviso o presagio de una situación económica grave, que al poco tiempo iba a estar a punto de hacer desaparecer al Casino, causado, en parte, por los numerosos gastos en mejorar el edificio, por la prohibición del juego por las autoridades y, en gran medida, por los enfrentamientos de significación política entre las dos tendencias de aquella época: chapistas y trinistas. Unos seguidores de Joaquín Chapaprieta Torregrosa y otros del cacique oriolano Trinitario Ruiz Valarino.
Lo cierto es que, ante el impago de la deuda contraída en 1896 con la amortización del préstamo que hizo Rafael Sala Satorres bajo hipoteca del solar para la construcción del edificio del Casino, tuvo que personarse el juzgado de Orihuela para ordenar el cierre de el local.
De manera urgente se convocó Junta Extraordinaria, eligiéndose una nueva Junta Directiva, quedando establecida de la siguiente forma: presidente, Matías Gutiérrez, y vocales Juan Sánchez, Patricio Torres, Norberto Ors, Salvador Valentí, Manuel Carcaño, Ramón Martínez, Joaquín Aguirre y Vicente Castell.
Dos meses después, en noviembre de 1907, con el fin de evitar que el Casino fuera causa de desdoro para la sociedad de Torrevieja, fue levantado el embargo del edificio, gracias a la intervención en el asunto de Vicente Chapaprieta, padre de nuestro ilustre político torrevejense, quedando salvada la embarazosa situación de quiebra.
El 18 de noviembre de 1907 se abonaron 11.913 pesetas en concepto de amortización de la hipoteca por parte del Casino de Torrevieja. El 2 de diciembre de 1907, se hizo otro nuevo desembolso de 2.560 pesetas. El 23 de febrero de 1908, se realizó un pago de 1.562,50 pesetas. Y por último, el 10 de mayo de 1908, se abonó la cantidad que faltaba para su total amortización: 3.125 pesetas.
La tranquilidad y el desasosiego producido por la escasez económica se vio reforzada con otro tipo de noticias alegres y que tenían que ver con la sociedad cultural: en octubre de 1908 la prensa de la época recogió la noticia de que la esposa de conserje del Casino, Manuel Torregrosa Sala, había dado a luz con toda felicidad a dos preciosas niñas.
Terminó el año 1908 con la Junta General preceptiva en el reglamento, que se celebró con extraordinaria asistencia, eligiéndose la directiva para el próximo año. Después de ser aprobadas las cuentas presentadas, que fueron leídas por el secretario Norberto Ors, se procedió al nombramiento de un nuevo presidente, resultando electo el farmacéutico Tomas Zapata Ortega.
Antes de dar por acabada la Junta, pidió la palabra Pedro Ballester Prieto, haciendo observar que uno de los artículos del reglamento del Casino expresaba que podía hacerse Socio Honorario a cualquier hijo de Torrevieja distinguido. Recordó que esa clase de socios pertenecía ya Luis Cánovas Martínez, y consideró con mérito suficiente para este título a Joaquín Chapaprieta Torregrosa. La proposición fue admitida unánimemente y aplaudida con mucho entusiasmo.
(Continuará)
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 27 de junio de 2015