POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Los años de postguerra, fueron tan cruciales que la misión primordial era: sobrevivir. De ahí que pasaran desapercibidas las normativas administrativas de los fallecidos y enterrados en el cementerio de Santa Cruz de Ulea. Todos sabían que a los 5 años de un enterramiento, había que pasar por el negociado pertinente, para efectuar las renovaciones reglamentarias.
El diario murciano Línea del día 19 de junio de 1942, recoge la noticia siguiente:
Se advierte a quien tuviera inhumado algún familiar en el Cementerio de Ulea, y que haga más de 5 años que fue enterrado, se pase por el Ayuntamiento para negociar la renovación de sepultura reglamentaria. Pasado el plazo, se procederá a la exhumación de los restos y depositarlos en “El osario general”, sin que por ello puedan realizar reclamación alguna; toda vez que la concesión de dichas fosas fue por 5 años: y estos caducaron en años anteriores.
En la prensa se publica la relación de fallecidos en Ulea, que al no ser renovados sus derechos de sepultura, serán depositados en el “osario general”; relación que omito deliberadamente.