
POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)

RECORDANDO AL MARQUÉS DE LOZOYA. Marqueses de Lozoya ha habido muchos en la gloriosa historia de España, pero el marqués marqués marcado y distinguido por mí y para mí es único, indivisible e insuperable, don Juan Contreras y López de Ayala, menudito y trotero él, Director General de Bellas Artes y escritor y poeta, desde el primer López de Ayala que escribiera en cuaderna vía el Rimado de Palacio. ¡Cuántas enseñanzas sobre tierras y palacios y castillos nos resucitó del olvido ancestral! ¡Cuántas ruinas de archivos y piedras sillares nos hizo levantar! Lo leo y lo releo y no me canso de gozar de su facundia (lo escucho en las entrevistas grabadas que le hice en vida) y de su fertilidad intelectual, tan prodigiosa y generosa. Buscad sus libros en las bibliotecas.
RECORDANDO A RAMÓN. Ramón Gómez de la Serna no hay más que uno también, el que creó la tertulia del Café Pombo en Madrid, el que visitaba el Rastro de Cascorro y asistía al Circo Price y seguía a los toreros como Carancho…, y al que le bastaba el nombre, Ramón, para identificarlo entre todos los demás ramones que en la historia fueran, como don Ramón María del Valle Inclán, don Ramón de Campoamor, don Ramón de la Cruz, don Ramón Menéndez y Pidal, don Ramón Mesonero Romanos, etc, etc., Todos estos tenían que acompañarse con el apellido para que reconociéramos su notoriedad evidente. Él no. Él recibía el Ramón a secas, a porta gayola. Aún me lo imagino aposentado un verano juvenil frente a la pétrea realidad del acueducto en la esquina del Mesón Cándido, escribiendo, escribiendo, escribiendo y paseando.
RECORDANDO A FEDERICO GARCÍA LORCA. ¡Qué genio de la escritura y de la vida, que en él eran lo mismo! Cuando en el caliente agosto del treinta y cuatro tintaba la arena del albero con su sangre su torero amigo Ignacio Sánchez Mejías, allí estaba él componiendo la elegía mayor y más melancólica de todas las corridas y cogidas. Era único, misterioso e insuperable. Durante mi estancia en la universidad de Varsovia, ante cuarenta estudiantes de Iberística que sabían español al mismo nivel que yo, lo recitábamos entre los abedules cercanos al Vístula, con un vaso de vino húngaro metido entre pecho y espalda. Sigue siendo mi Maestro y el Maestro de las generaciones poéticas más distanciadas en kilómetros, hábitos, pensamientos, sentimientos e idiomas. Universal.
RECORDANDO A JORGE GUILLÉN Y JUAN RAMÓN JIMÉNEZ. El vallisoletano Jorge Guillén, de la Generación del 27, vivió largas temporadas en Málaga, donde se le imprimió la luz mediterránea que alambica y destila en “Cántico”, una exaltación de la vida frente a la adustez castellana: ”¡Cima de la delicia! Todo en el aire es pájaro. Perfecto es el amor…” Antes Juan Ramón Jiménez había escrito “Platero y yo” como elogio a la aldea y los trabajos rurales, y había compuesto “Estación total”: Inefable persiste la tarde de verano… ¿dónde empieza lo azul? ¿dónde acaba lo blanco? Lo amarillo ilumina más bajo el negro árbol…
¡Pues con estos escritores nos quedamos!