POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Caza y pesca serán de los pocos deportes que nunca practiqué; son actividades que reservo para aburrirme, es decir, curarme del estrés, sin caña ni escopeta. Escribo esto el sábado tempranín para participar de una jornada de relax. En mi tierra, y en mi agua, en el río Aranguín, quedé con Juan Lázaro, en el coto “Pravia”, de trucha sin muerte, entre las piscinas de Agones y la desembocadura en el Nalón; después acompañaré a Quique Berrocal, el presidente de la Asociación de Pescadores Las Mestas, a echar unas varadas en el Narcea, con la idea de capturar algún salmón, trasladarlo a una balsa que recrea su hábitat y mantenerlo hasta el desove. Si no pescáramos, yo seguiré tan pancho, y mal tendrían que salirme las cosas para no tomar un vino en el puente de Quinzanas y un bocata de ternera en Cornellana. Confiemos en que la felicidad no venga a excitarme y echarlo todo a perder.
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