EN EL TRANSCURSO DE LA ACTUACIÓN, ESTRENARÁ UN PASODOBLE DEDICADO A CÁCERES, CON LETRA DE PEDRO CORDERO ALVARADO, CRONISTA OFICIAL DE LA CODOSERA (BADAJOZ)
Nunca se planteó ser otra cosa. Alberto Lebrato Ramiro (Oliva de la Frontera, Badajoz, 1932) supo desde muy pequeño que estaba hecho para la música. Y, en concreto, para tocar el piano. Comenzó a formarse en el Conservatorio de Badajoz y a los 18 años puso rumbo a Barcelona, donde estudió en el Conservatorio del Liceo. Fue aquí donde se incorporó a su primera orquesta: la ‘Blue Music’. Después, regresó a Extremadura para hacerse cargo como director de la Orquesta Filarmónica de Olivenza, localidad de la que es hijo adoptivo.
La vida le llevó hasta Madrid, donde reside en la actualidad y donde atiende, a través del teléfono, esta entrevista mientras hace sonar algunas notas de su piano. Mañana, lunes, ofrecerá un concierto en Cáceres. Será dentro de ‘Aula HOY’, el ciclo de conferencias que organiza este diario y que esta vez ha cambiado la palabra por la melodía. En el transcurso de la actuación, Alberto estrenará un pasodoble dedicado a Cáceres, con letra de Pedro Cordero Alvarado, cronista oficial de La Codosera. Será a partir de las 20.15 horas en el salón de actos de la calle Clavellina, con entrada libre hasta completar aforo.
¿Cuándo supo que quería ser pianista?
Siempre lo he tenido claro. Mi madre tocaba el piano y mis tíos también han sido músicos. Mi abuelo era el organista de la iglesia, en Oliva de la Frontera. Lo traía en los genes. Me he criado entre notas de música. Mi madre me contaba que, cuando yo era pequeño, dirigía una banda ficticia en casa. Después, se hizo realidad porque dirigí la filarmónica de Olivenza durante ocho años.
¿Cómo empezó en este mundo?
A los 18 años me fui a Barcelona, donde estudié en el Conservatorio del Liceo. Allí estuve con una orquesta que se llamaba ‘Blue Music’. Esa orquesta tocaba en los mejores sitios. Lo que pasó es que le salió un contrato para Japón y yo no pude irme porque estaba sujeto al servicio militar de entonces. Tuve que volver a Extremadura. Fue cuando me hicieron director de la Banda de Olivenza. Logré mi sueño: vivir de la música.
¿Y cuándo se marchó a Madrid?
En el año 62. Vine a prepararme para hacer unas oposiciones para ser director de banda militar.
¿Las aprobó?
No. Se me puso la cosa tan buena como pianista que dejé las oposiciones. Me cogieron unas orquestas magníficas. Además, creo que no hubiera sido un buen militar. Me gustaba más la libertad del piano. Me quedé con las orquestas y con el enfado de don Ricardo Dorado, que era mi profesor.
¿Por qué se decantó por el piano y no por otro instrumento?
Porque el piano es una orquesta, una banda de música en las manos. Yo toco el saxofón y tocaba el acordeón cuando estaba en Olivenza. Pero lo dejé todo por el piano.
¿Cuántos conciertos ha dado durante todos estos años?
Muchísimos. Primero estuve con dos orquestas muy buenas en Madrid: ‘Los Flamingos’ y ‘Los Yolis’. Después, me desligué y empecé a actuar solo con el piano, acompañando a muchos cantantes. Ahora, por ejemplo, estoy con dos tenores. Estuve durante muchos años con nuestra paisana Olga Ramos, cupletista, hasta que murió. Ahora sigo actuando mucho con su hija. Mi vida ha sido siempre el escenario. Cuando subo y encuentro un buen piano soy completamente feliz. He cumplido un sueño. Cuando era pequeño pasé delante de la puerta del teatro López de Ayala, en Badajoz, y le dije a mi padre: «Algún día veré aquí mi nombre anunciado». Se rió. Y este año me he acordado de ese momento porque había anunciada una actuación mía con letras grandes, que se encendían y se apagaban.
¿Cuál es el tema que más le gusta interpretar?
Interpreto muchísimos. Tengo cositas de todos los estilos. Una de las canciones que me piden mucho es ‘La Boheme’, de Charles Aznavour. A mí me gusta tanto la música que me siento cómodo con todos los temas. Me gusta, especialmente, cómo suena la música flamenca al piano. Tengo mucha confianza con Felipe Campuzano y me gustar hacer cosas de él. Y ‘Toda una vida’ me trae muy buenos recuerdos porque en una ocasión tuve la suerte de acompañar a Antonio Machín. Me gusta mucho ese bolero porque a él le encantó cómo se lo acompañé.
¿Cómo coincidió con él?
Yo tocaba con mi orquesta en Madrid y él también actuaba con la suya. Me puse a tocar ‘Toda una vida’ y, sin darme cuenta, él se puso detrás de mí. Me dijo que le había encantado cómo la había tocado y me pidió que le acompañara al piano. Le encantó.
¿Toca todos los días?
Sí. Es mi vida la música y, sobre todo, desde que tuve la desgracia de la muerte de mi mujer. Me refugio en la música.
¿Qué se va a encontrar el público que asista mañana a su concierto de Cáceres?
Va a estar basado en canciones y melodías para recordar. Habrá boleros, tangos… Y si alguien quiere pedir algún tema, podrá hacerlo en el momento. Voy a llevar cositas que a mí me encanta tocar.
También estrenará un pasodoble dedicado a Cáceres. ¿Cómo surgió la idea de componer este tema?
Pedro Cordero, el autor de la letra, va con frecuencia por la Casa de Extremadura en Madrid. Yo allí doy muchos conciertos. Me comentó que había escrito el pasodoble y me pidió que pusiera la música. Me trajo un día la letra y me gustó mucho. Tanto, que compuse la música en una noche. Es un pasodoble muy pegadizo. La letra dice: «Cuánto te añoro en la distancia, tú eres la musa de mi canción porque el perfume de tu fragancia baña de gozo mi corazón».
¿Es la primera vez que toca en Cáceres?
Sí. Tenía unas ganas locas de que me conocieran en Cáceres, pero no se había terciado hasta ahora.
¿Qué pianistas han sido sus referentes?
Admiro a Felipe Campuzano.
Fuente: http://www.hoy.es/ – María José Torrejón