POR JOSÉ LUIS LINDO MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE ARANJUEZ
En esta nueva Pincelada abordaremos otro deporte que se ha practicado por la juventud ribereña en décadas del siglo pasado. Una disciplina, la del boxeo, que tuvo su pequeña afición desde poco antes de la Guerra Civil, y su fase álgida en la juventud ribereña a raíz de poder ver veladas de boxeo de púgiles españoles que se televisaban, campeonatos a nivel europeo y mundial con figuras como por ejemplo: Pedro Carrasco, Miguel Velázquez, José Legrá, Perico Fernández, José Manuel Ibar, “Urtain”. ¡Qué ilusión tenían los jóvenes ribereños, décadas atrás, por practicar este deporte! Más que por lo que pudiesen cobrar, por una pelea. Así, ilusionados y no sin esfuerzo, acudían a los gimnasios de la calle Calandria primero y a la calle del Rey después. Este deporte, generalmente, era promovido por empresarios que organizaban las peleas, ya que las instituciones oficiales no organizaban estos combates salvo en las fiestas locales. Por ello, abordamos mediante algunos retazos, la singularidad y dureza de este deporte con Fernando Sánchez Puerta apodado “el Tigre castellano” y Félix Rodríguez Martín, apodado “el Mecha”.
El primero de ellos, Fernando, nació el año 1926, en la actualidad cuenta con 88 años. Fue muy conocido para los ribereños, pues en aquella época ganó el entonces Campeonato de Castilla, contaba con dieciocho años y peleaba en el peso Mosca con 51 kilos. Remarca que peleaban por un bocadillo, ya que el dinero era impensable, era ese gran “desconocido”. Al respecto del bocadillo, Fernando recuerda a otro boxeador ribereño de su época al que apodaban “el Bocadillo”. Le pregunto por qué lo de “Bocadillo”, y me responde muy firmemente mirándome a los ojos: «era porque peleábamos por un bocadillo». Fernando combatió en Aranjuez, en cuadriláteros que se montaron en la Plaza de Parejas –cuando estaba ubicado allí el popular “Campo de Futbol de la Tablas”–, en la Casa de Atarfe, en el Frontón ubicado en la calle de Stuart, en Casa de Adrián situado en la calle del Foso –donde además de estos combates de boxeo, se proyectaba cine en verano, se vendía carbón y petróleo para las estufas y, con el tiempo, instalaba una pequeña industria de sifones y gaseosas–, también había combates de boxeo en lo que fue el Cine de Canina, en la Carrera de Andalucía y, por último, en el Campo de Futbol de Almansa. Fernando dejó el boxeo poco más de un año después de iniciarse como boxeador y haber ganado el título de campeón de Castilla; el motivo fue que su padre le dio a elegir: el boxeo o su novia. Obviamente, Fernando eligió lo segundo y colgaba los guantes.
Se puede apreciar en fotografías de veladas de boxeo en Casa de Adrián, a “el Chato” con Julio Cuesta como ayudante, y Manuel García Pacheco, y con gabardina de ayudante Joaquín Sánchez.
Según Celestino Torres Beas, en las décadas siguientes a la Guerra Civil, el Boxeo era un deporte al que se aficionaban cantidad de muchachos buscando una salida fácil ante el panorama de necesidad que se estaba viviendo en la posguerra. También reitera los anteriores lugares donde se combatía, así como que uno de los preparadores era conocido por el apodo de “Castaña”, su hermano era Fernando Jiménez “Castaña” quien regentó una peluquería en la calle de Stuart. También recuerda Celes que el lugar donde entrenaban era en la Casa de Atarfe, en la parte que daba a la Calle de Gobernación, accediéndose a sus instalaciones por una puerta existente en dicha calle. Ya en la década de los años cincuenta en estas instalaciones comenzaba a funcionar Radio Aranjuez. Recuerda a algunos de aquellos jóvenes boxeadores ribereños muy nombrados en sus días de juventud: los hermanos Pacheco. Fernando Sánchez “El “Tigre castellano”. Andrés García Baeza que fue Subcampeón de España. “Perdices”, que trabajó de cocinero en el Regimiento de Pavía 4 en Aranjuez. Miguel Almonacid “el Americano”. Vicente Aranda. Ángel Vaquero. Fernando Terol, etcétera.
Sobre Andrés García Baeza, el semanario local El Dialogo Deportivo, recoge en la década de los años ochenta del siglo pasado una entrevista a este ribereño. De ésta extraemos algunos datos.
Andrés García Baeza tenía 15 años cuando fue a presenciar un combate de boxeo en la Casa de Atarfe en Aranjuez. «No era la primera vez que asistía a una de estas veladas. Faltó a la cita uno de los boxeadores y alguien me propuso que subiera al ring, a lo que accedí. No había entrenado jamás y, aun así, gané el combate».
Baeza, llegó a Subcampeón de España y Campeón de Castilla durante tres temporadas, con ciento cinco combates. Con el tiempo Baeza se hizo preparador Nacional, ello le permitió dirigir y organizar el Club de Boxeo Aranjuez, utilizando las instalaciones del Polideportivo Municipal “Agustín Marañón” de Aranjuez. Según Baeza el boxeo había estado muy desprestigiado en aquellos años por entenderse como un deporte muy violento.
En aquella década de los años ochenta del siglo pasado, España se enfrentaba en ocho combates preparatorios para el Preolímpico de Barcelona 92 a las selecciones amateur de Rumanía y Yugoslavia, teniendo los púgiles ribereños 18 años de edad. La organización correspondió a la Federación Española de Boxeo, Federación Madrileña y el Club de Boxeo de Aranjuez.
En la década de los años setenta y ochenta aparecen en los cuadriláteros locales otros jóvenes ribereños: José Rocamora “Sandrini”, “el Pollo”, Amador, Porcajo, Pachón y Vitele que pertenecían al gimnasio de Luis Guzmán de Aranjuez y Manuel Cuesta “Pacheco” y Félix Rodríguez Martín, popularmente “el Mecha”, que pertenecían al Boxin Club Aranjuez.
Para saber de algunos pormenores del boxeo en Aranjuez, entrevistamos a Félix Rodríguez Martín, quien nació hace sesenta y seis años en el seno familiar de Juan y Sixta, de cuyo matrimonio nacen seis hijos más, vecinos de la dieciochesca Corrala de la Casa Grande. Félix, boxeador en la década de los años setenta, nos brinda algunos pormenores de cómo fue su vinculación e inicios en el boxeo.
«Desde pequeño me gustaba mucho las peleas. Entonces empecé a ir a ver algunas de boxeadores de Aranjuez que se daban en “El Frontón”, que estaba en la calle Stuart arriba. Y de aquello recuerdo a boxeadores como Bárcenas, “el Pantera”, y otros más. Entonces cuando se abrió un gimnasio y pude ir, es cuando decidí comenzar pero a nivel amateur. Conmigo fueron Pacheco, Pepe y unos cuantos más. Comencé entre 1969 y 1970, y el primer combate fue en 1971 con veinticuatro años, quizás un poco mayor pero porque antes no hubo gimnasio, luego cuando se instaló el primero, – que fue en la calle de la Calandria, donde estaba la Clínica de Sagarra–, fue cuando pude comenzar. Después cambiaron el gimnasio a la calle del Rey, donde estuvo el Casino, y por último conocí otras instalaciones del gimnasio en el Barrio Nuevo, calle de San Antonio, pegado entonces al Campo Futbol. Abrió el gimnasio Luis Rubio, se le conocía como “El Tarta”, porque le gustaba el boxeo. Él no nos preparaba, es que le gustaba el boxeo y montó el gimnasio, pero él trabajaba en una fábrica de Aranjuez. Al principio entrenábamos con ex-boxeadores locales, como por ejemplo Juan “el Moro”, y también con Bárcenas cuando se retiró ».
Una vez ya metido en el mundo de las doce cuerdas, Félix peleó en la Casa de Atarfe, Campo de Futbol de Almansa, etcétera.
«A lo más que pude llegar fue a boxear en el Palacio de los Deportes de Madrid, en la final del Campeonato de Castilla, y perdí por un punto con un tal Matías Peral que era Campeón de España Olímpico Amateur, por un punto, él 60 y yo 59, esas son cosas que nunca se te olvidan. Y todos los demás combates los hice en Aranjuez en el año y pico que estuve en el boxeo. Nunca fui profesional, porque no me lo plantee. En Aranjuez solo había un equipo. En Madrid si había equipos que venían a pelear aquí: el Rayo Vallecano, Atlético de Madrid, Ferroviaria, Elio Guzmán, Moscardo, etcétera. Pero generalmente se peleaba contra el Atlético de Madrid, Rayo Vallecano y el gimnasio de Elio Guzmán. Las peleas las organizaban los propietarios de los gimnasios. Entrenábamos con gente de Aranjuez, antiguos boxeadores, y luego Luis “el tarta”, que era el propietario del gimnasio, trajo a excampeón de Europa del peso pluma o gallo, y estuvo entrenándonos una temporada».
Sobre el asunto del pesaje del boxeador y la categoría en la que combatía, Félix refiere ciertos pormenores.
«En el inicio era Súper Welter con 74 kilos, y de ahí fui bajando hasta los 67,800, y bajé casi siete kilos de peso porque tenía mucha grasa, y luego me quedé en el peso Ligero, que estaba entre 57 y 60 kilos. Generalmente en Aranjuez no se pesaba antes del combate, pero cuando peleé en el Palacio de los Deportes de Madrid, ahí sí había que pasar al pesaje antes de la pelea. Recuerdo, no sé si fue a mi o al que peleaba contra mí, que se pasaba cien gramos en el peso y nos mandaban a correr o a orinar, en fin, había que dar el peso en la báscula, porque si no pasabas a otra categoría. Si me hubiera dedicado al boxeo, habría estado en el peso Pluma que está en 57 kilos, según decían que por mi estatura, era el idóneo para mí».
Hay una cuestión en la que coinciden tanto Baeza como Félix, y es que el boxeo estuvo bastante desprestigiado en algunos momentos, porque según Félix estaba relacionada con el mundo del golfeo, cuando según él no era así, si cabe bastante triste. Otra pregunta que le hice fue que en la década de los setenta cuánto podía llegar a cobrar un joven por un combate de boxeo, y curiosamente responde casi igual que Fernando Puerta.
«Cuando salía a pelear oía a mis amigos decir: mira ya sale a pelear por el bocadillo de sardinas y la naranja. Pero no, recuerdo que en 1970 o 71 nos daban setecientas pesetas. No era por dinero, pero el que practicaba esto era porque le gustaba el boxeo».
Y siempre hay un final, el de la retirada. Félix recuerda aquel momento en el que una pelea le hizo reflexionar sobre la violencia en este deporte y sus posibles consecuencias.
«Fue en un combate en la Casa Atarfe, bueno pues no recuerdo nada del combate. Recuerdo el primer asalto, y nada más. Me “cazaron”, me tiraron, seguí boxeando, aguanté y terminé el combate que era a tres asaltos. Ya en el vestuario, cuando me lavo la cara, porque no había ducha, me miro al espejo y me pregunto: ¿Qué hago aquí, si no he boxeado? Entonces comienzo a recordar y me acuerdo que gané el primer asalto, pero nada más. Después me enseñaron unas fotos, las cuales no cogí por supuesto, en las que estoy tirado en la lona porque me “cazan” en una contra, y a raíz de ahí dije, no, ya no boxeo más, y me retiré. Estuve año o año y medio, tendría entonces cuando me retiré 25 o 26 años».
Por último, le preguntamos por el apelativo o apodo por el que es popularmente conocido y así nos lo explicaba.
«Siempre he tenido de punta el flequillo, y siempre lo llevaba de punta, siempre, y es que no había forma de que se me domarlo, y entonces uno de los amigos, cuando éramos pequeños, empezó a llamarme: “mecha, mecha, mecha”, y me quedé con “Mecha”».
Según Félix, para llegar a algo en el boxeo tienes que tener cualidades, pero también mucha personalidad para no dejarte influenciar, y desde luego para llegar a ser campeón tienes que tener a alguien que te lleve bien y, por supuesto en Estados Unidos, que es donde se mueve el boxeo de una forma firme, aunque con muchos intereses. Piensa que el espíritu del deporte en general, y el boxeo en particular, humaniza a las personas. Se pone como ejemplo en su reflexión, y recuerda que él hasta ponerse a practicar el boxeo era muy temperamental, con mucho genio, y a raíz de practicar el boxeo, me volví más tranquilo, más calmado. No es que llegase a querer, pero si a apreciar más a la gente.
Aquellas generaciones de ribereños ya han pasado a la historia de una disciplina deportiva y que hoy está fuera de la práctica habitual del mundo deportivo ribereño.
Mi agradecimiento a Fernando Sánchez Puerta, Félix Rodríguez Martín, Celestino Torres Beas y Manuel Cuesta García “Pacheco”. Así como a Dolores Puerta Varón en el Archivo Municipal de Aranjuez.