
POR JOSÉ MARÍA FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Teresa Vigón Arvizú, científica e investigadora, bisnieta de aquel gran asturianista y colungués de adopción y trabajo que fue don Braulio Vigón, publicó ayer en su muro de F.B. la simpática foto que aquí reproducimos.
Se trata, como ven, de un «barín» donde puede degustarse una buen mezcal (una «mezcalería») cuyo título responde al curioso nombre de «EL CARAJO».
Está ubicada en la ciudad de Pátzcuaro, estado mexicano de Michoacán.
No deja de ser interesante la «aceptación» de la palabra CARAJO en todo el mundo hispanohablante.
Según algunos autores deriva del latín «charax» y su diminutivo «characulum» con significado de palo pequeño y medianamente grueso, lo que fue causa de que se asociara, por metáfora formal, con el pene en erección.
En una cantiga del siglo XIII se satiriza «a un frade que dizen escaralhado quando devian dezir encaralhado pues faze fillos e fillas asaz».
En el «Cancionero de Baena» (s. XIV-XV), donde se recogen poemas de Alfonso Alvarez de Villasandino (1340-1424), poeta de la corte de Enrique II de Castilla, leemos en el titulado «Decir contra una dueña»: «…Señora, pues que no puedo / abrevar el mi CARAJO / en ese vuestro lavajo /, por demas en mi denuedo…».
Y continúa: «…Señora, flor de madroño / yo querría sin despecho / tener mi CARAJO arrecho / bien metido en vuestro coño…».
En el Madrid de finales del siglo XIX fueron famosos unos almendrados, de forma cilíndrica y más bien duros, que se llamaban CARAJITOS.
¿Y qué es el MEZCAL?
Pues una bebida alcohólica obtenida de diversas variedades de maguey, que, a su vez, pertenecen a la especie general de agaves.
Dicen por México que «para todo mal, mezcal ; y para todo bien, también».
En Asturias, con cuna en Salas, y de la mano de José Fernández «el Profesor», nacieron los CARAJITOS, o CARAJITOS DEL PROFESOR, hace de esto casi un siglo.
Una sobrina nieta de su «creador», Marichu Llavona nos reveló el modo de su preparación: Mezclar 1 kg de avellana natural (sin cáscara, claro) molida, con 1 kg de azúcar e ir amasando, poco a poco, con clara de huevo hasta conseguir una pasta espesita. Moldear bolas del tamaño de una nuez que, dispuestas sobre una lámina de horno ligeramente engrasada, hornean a 200º C hasta que queden perfectamente doradas (tardan unos 20 minutos).
En fin, carajitos y una copita de anís «pa con ellos», y ¡váyanse AL CARAJO todas las penas y sinsabores!