EL DOCTOR TERA ARIAS, LA GUERRA CIVIL, SU PRISIÓN EN JAÉN Y VILLANUEVA (V)
Mar 19 2025

POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)

Con la toma de posesión por los concejales del Frente Popular  por las elecciones en 1936, con este panorama llegó el 18 de julio y, aunque en los meses anteriores se había repuesto de su absurda y engañosa contaminación política, tuvo que pasar momentos difíciles por haber ocupado la Alcaldía.

Julio y agosto se vivieron escenas de tensión en la localidad, detenciones, requisas “los paseos”…, los dos bandos enfrentados en los pueblos y aldeas unos como espías, otros que se sentían espiados. En su profesión médica pudo apreciarse que él prestaba su profesión sin bandos de rojos y blancos, sin límite al tratamiento de la enfermedad de las heridas. Se consideró a los médicos por la necesidad del momento. Al que le tocó en el bando que representaba sus ideales estaba de enhorabuena. En caso contrario tragó nudos como puños y la boca seca durante tres años. El consuelo era escuchar las emisiones de la radio que interesaba y aguantar en la calle las miradas de reojo de las personas que no le consideraban adictos.

Recuerda como anécdota que a una de las primeras personas que se detuvo en Villanueva fue a él. Cruzaba el paseo conducido por dos milicianos con rifles, entre la muchedumbre congregada. En el despacho de la Alcaldía que había ocupado meses o días antes se le pidió que declarase. La gente del pueblo se preguntaba- ¿Han detenido a D. Gabriel?- Lo que le levantó el ánimo. Estaba respondiendo a las preguntas que le hacía, un concejal, que más tenía que callar sobre su preferencia política, cuando sonó un tiro en la plaza, a escasa distancia del Ayuntamiento. (A uno de los milicianos se le escapó un tiro de la escopeta que llevaba), algarabía, gritos y los alaridos llegaban al despacho del alcalde. En tromba salieron todos los concejales al balcón: ¡Ay Dios mío, mi hijo, mi madre! ¡Que llamen a D. Gabriel!” Todos los concejales se retiraron del balcón y vuelven con las caras lívidas, amarillentas, Por las escaleras se escuchaba un tropel de gente que subía: “¡Que venga D. Gabriel que mi madre se muere!”.

El alcalde, ya más sosegado, con voz entrecortada dijo: “No os parece camaradas que D. Gabriel vaya a cumplir con su sagrada misión”? Sí, sí. – A ver el coche para subirlo a la Clínica.- Total que Jazmines esperaba a D. Gabriel en su coche, que ya lo habían requisado y que lo sube a la clínica, a la que apenas puede entrar del gentío acumulado.

Se conoció que al Tío la Pana se le había disparado la escopeta de dos cañones que llevaba montada, quemándole la gorra y el pelo. La gente despavorida comenzó a correr, se fracturaron una mujer el antebrazo, otro el peroné y quince o veinte más erosiones y contusiones diversas. Tras una larga sesión de trabajo, el alcalde le indicó que se bajase a comer y tendría el coche en la puerta por si se le necesitaba y dos municipales en la puerta a sus órdenes.

Como el episodio de la plaza de Villanueva del Arzobispo van ocurriendo en toda la comarca, Villacarrillo, Iznatoraf, Sorihuela del Guadalimar, Beas de Segura, Chiclana de Segura , “Era raro el día que no tenía que intervenir por disparos escapados. Algunos con verdaderos destrozos en las manos y cara”.

La Casa de Salud Municipal

(Incautado el Chalet de Benavides, en la calle Fuensanta, por abandono de su propietario, decidieron instalar en este lugar, aceptando el ofrecimiento de las hermanas enfermeras del antiguo hospital, al que se unió “por ofrecimiento espontáneo de su propietarios Dr. Tera, un equipo de Rayos X, y Distermia, así como el resto del material y edificio de su Clínica contigua al Chalet Benavides, para albergar y asistir a los enfermos que requieran tratamiento quirúrgico, y los servicios de partos y gota de leche; y al segundo a la hospitalización de dolientes que no precisen intervención quirúrgica… )

La columna de Miaja

En el mes siguiente le comunican a D. Gabriel que una columna de Internacionales, que marcha al frente de Córdoba, está descansando en el Paseo. Va mandada por el entonces Jefe de Operaciones del Sur, José Miaja. En dicha columna, de unos cinco mil hombres, van gentes de la C.N.T y algunos de carabineros. Un sargento de carabineros va enfermo y lo acuestan en un sofá del Círculo Mercantil. Uno de los jefes pregunta por un médico a un guardia municipal, que le responde que hay un médico militar. El coronel Miaja, que lo escucha, ordena que el médico atienda al sargento enfermo y que le dé el parte de reconocimiento. El guardia municipal sube rápido y le comunica a D. Gabriel la orden del coronel para que reconozca al enfermo. El médico supuso que aquella noticia podía suponer importantes cambios en su vida. Tras reconocer al enfermo, diagnosticó una crisis nerviosa (miedo) por lo que le pidió que si quería quedarse en el pueblo algún tiempo, no aceptándolo.

Al darle el informe al General, que descansaba en el Hotel Carrasco en la Cruz Dorada, le indicó que el enfermo tenía una baja tensión arterial, tal vez de origen nervioso. Le indicó que si podría seguir en la columna para hospitalizarlo en Jaén. El médico indicó que sí, pero que siempre que fuese transportado en las condiciones necesarias. Cuando ya creía finalizado el coronel le preguntó: “¿Usted es médico militar?”; a lo que respondió: “Sí”, de manera infantil. El coronel, con una mirada y expresión bastante dura, le indicó que la condición de militar no desaparecía y la orden de Largo Caballero era que todo jefe, oficial o clase de tropa, tenía la obligación de ponerse a disposición del Ejército de la República.

A las dos de la mañana ya estaba el Dr. Tera, en el Gobierno Civil de Jaén, reclamado por telegrama al alcalde de nuestra localidad, que se presentó junto al médico, para intentar que volvieran a Villanueva del Arzobispo que no podría quedarse sin un médico que atendiera las numerosas necesidades sanitarias de la localidad. El gobernador socialista, Sr. Piqueras, tenía sobre la mesa un oficio por el que se ordenaba el ingreso del médico en la prisión habilitada en la Catedral. El alcalde defendió la labor del médico y que si tenían que hacerlo preso, tendría que ser en Villanueva del Arzobispo, que habían venido por si lo necesitaban en los servicios quirúrgicos en el frente.

El Gobernador no indicó los motivos de la detención, pero los dejó marchar a un hotel a dormir y presentarse a la mañana siguiente, bajo la responsabilidad y vigilancia del alcalde. Al médico no le llegaba la camisa al cuerpo. Se veía fusilado y la noche en el Hotel Comercio fue en blanco. Frente al hotel estaba el Colegio de Médicos y cerca del Gobierno Civil. En la puerta del Colegio vio una persona, que reconoció, pero que no sabía de donde ni cómo.

Pero él si lo reconoció bastante antes de llegar ¿Don Gabriel, cómo por aquí? y le dio un fuerte abrazo. Era D. Gabino Gil, técnico y representante de un importante laboratorio y que lo había visitado en su consulta de Villanueva del Arzobispo.  Junto con el alcalde de nuestra localidad se marchan al Gobierno Civil, pidiendo a D. Gabriel que se quedase en el Colegio de Médicos, donde charlando con algunos colegas ven mal el  panorama para los colegiados de Jaén. A las dos horas regresan y D. Gabino pide al doctor que le acompañe al Gobierno. En el despacho del Gobernador, Sr. Piqueras, hay sentadas unas diez personas, hombres, menos una mujer, y le indican que se siente. El representante toma la palabra y les dice: “Camaradas no les parece que D. Gabriel Tera, el mejor cirujano que tenemos en la provincia se marche a Martos, donde se están desangrando nuestros camaradas y los cure como él sabe hacerlo con lo que nos habrá realizado un gran servicio a la humanidad ? Todos sonríen menos el alcalde de nuestra localidad que no había logrado que volviese a Villanueva del Arzobispo.

FUENTE: M.L.F.

 

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