POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Cuenta Giovanni Guareschi en su «Don Camilo» cómo, en cierta ocasión Pepone, el alcalde comunista y amigo del cura don Camilo, tomaba a guasa el que en una aldea italiana una gallina había puesto un huevo en el que aparecía grabada en altorrelieve, una cruz. Y héte aquí que un día don Camilo llama a Pepone a su casa y le muestra un suceso parecido con un huevo de una de sus gallinas. Pepone quiere «reconocer el milagro» y don Camilo, sintiéndose miembro del San Oficio, fue al gallinero y, retorciendo el cuello a la pobre gallina, le «largó» este discurso: «Ven acá, gallina sacrílega, no mereces vivir por entrometerte en los misterios de la religión». Cuando don Camilo le contó esto al Cristo, este le amonestó por tal hecho, a lo que el buen cura alegó: «Jesús, esa fue la disculpa; ya hacía tiempo que tenía gana de comer esa gallina asada». Y don Camilo y Pepone se dieron la gran merienda recordando cosas de «cuando la guerra» y ofreciendo al buen Dios la ingenua sinceridad de sus almas.
Pues miren por dónde, yo, que compro en Colunga huevos de aldea, acabo de ver uno que, si no sacrílego, salió un «pelín» porno. Y me dije: «ven para acá, huevo pecador, que vamos a hacer una crema pastelera para relleno de canutillos de hojaldre». Y al acordarme de don Camilo recordé, a la vez, que en Sicilia elaboran unos canutillos de pasta, similares a los nuestros, a los que rellenan con una mezcla de requesón, queso tierno fresco, azúcar y aromatizantes (canela, vainilla, chocolate, agua de rosas…) al gusto de cada cual. Los llaman CANNOLI (singular «cannolo»). Pensé entonces: ¡¡Demonios!!, voy hacerlos con requesón y afuega´l pitu y, así, combino canutillos de crema de huevo pecador y canutillos de queso fresco. ¿Saben qué? ¡¡Un éxito!! Les animo a que sigan mi ejemplo.