POR RAFAEL SÁNCHEZ VALERÓN, CRONISTA OFICIAL DE INGENIO (CANARIAS)
Los Heredamientos o Heredades de Agua en Gran Canaria tienen su origen en los repartimientos de tierras y aguas por los Reyes Católicos a las personas que habían participado en la Conquista según sus servicios, en virtud de Real Cédula de 4 de febrero de 1480, que se fueron consolidando a finales del siglo XV y principios del XVI, surgiendo como una necesidad de administrar y distribuir las aguas entre los distintos propietarios en una zona determinada apta para el riego, junto a la cuenca de los grandes barrancos y en una altitud aproximada entre los 100 y 300 metros a donde llegaba el agua por gravedad desde los distintos manantiales y “madres” una vez canalizada en acequias. La propiedad de las aguas queda establecida por suertes (dos días y dos noches) y cuartas (seis horas); con el paso del tiempo y debido a las distintas transmisiones (herencias, ventas, traspasos…) fue aumentando el número de “partícipes” al tiempo que se fragmenta en horas, minutos y hasta segundos. La propiedad del agua no está íntimamente ligada a la tierra, pero en las zonas “bajo riego” el valor de las tierras se determina por la posesión del agua para regarla. Las “dulas” (espacio de tiempo entre regadas) en general se establecen cada 30 días y las “azadas” (caudal) en virtud de la “gruesa” o masa general. Los heredamientos disponen del llamado “secuestro” (días de agua que se detraen de las dulas) para cubrir los gastos de explotación. Los “Alcaldes de aguas” son los encargados de cumplir y ejecutar las ordenanzas establecidas en 1529 (ordenanzas de Melgarejo), suplidos en 1833 por los alcaldes constitucionales y a partir de 1866, dictaminado por la Ley de Aguas, son los propios heredamientos los que eligen sus órganos de gestión. Junto al Alcalde de Aguas existió la figura del acequiero-repartidor por tiempo de un año para tareas de mantenimiento y distribución y el de “celador y limpión” para la vigilancia y limpieza. Debido al carácter especial del “Señorío Episcopal de Agüimes”, en toda su jurisdicción existía un solo “alcalde de aguas”, elegido por el Obispado para todos sus heredamientos, a principios del siglo XIX se contabilizaban diez heredades en todo el territorio.
La “Heredad Acequia Real de Aguatona”, llamada al principio “Acequia Real de la Vega de Aguatona”, debe su nombre la fértil vega mayor de riego delimitada por los barrancos de Guayadeque y Tabuco, llegando por el poniente a la acequia alta (acequia de la Berlanga) que la separa de las tierras de secano de la “Vega Castaña”. Sus aguas proceden de los nacientes del curso alto-medio de Guaya de que desde la Caldera de los Marteles hasta la Boca de la Sierra establecidas desde el siglo XVI seis azadas, en proporción de cuatro azadas y media (3/4), mientras que azada y media (1/4) se riega en la Vega menor de Agüimes y es administrada por la “Heredad de Santa María”. La distribución se realizaba en la llamada “Caja de reparto” construida en 1661 en el paraje de Hoya del Molino donde se separa también el “hilo” del pueblo para el abasto de la población de Agüimes. La “gruesa” discurre canalizada hasta la “Caja del Carrizo” donde se distribuye en cuatro azadas en una amplia red de acequias y cantoneras en función de la situación de los distintos predios de dueños o arrendatarios en la vega de riego, llegando en otras épocas hasta la costa de Gando, con entrada convencional establecida cada año en el mes de Enero, según la voluntad de los partícipes. Las dulas de “a mes” se dividen en dos periodos de 17 días (alternándose las regadas en diurnas y nocturnas) al ser asignados dos días al llamado “remate”. Los estatutos fueron aprobados en 1921. Ante la merma del acuífero, establecimiento de nuevos cultivos y competencia de explotaciones cercanas, la Heredad se ve en la obligación de buscar nuevas formas de explotación con distintos proyectos de galerías y pozos, y adquisición de subsuelo a partir del segundo tercio del siglo XX y al mismo tiempo buscar fórmulas de entendimiento con los heredamientos de Agüimes que culminan en 1967 con la creación de la “Mancomunidad de regantes de Ingenio y Agüimes” con criterios de distribución distintos a los expuestos históricamente. En época reciente se ha llevado a cabo la modernización de la estructuras de distribución con la construcción de un albercón regulador en el Carrizo que evita las regadas nocturnas y posteriormente otro en la misma cota en la Berlanga así como la instalación de tuberías y válvulas volumétricas donde cada partícipe riega el agua que le corresponde por dula cuando lo considere.
Fuente: http://www.heredaddeingenio.com/