
POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA

Los pasados días 25 y 26 la Fundación Afonso Henriques ofreció, en un alarde de calidad verdaderamente excepcional, un programa sobre la canción nacional portuguesa. El fado es el alma y símbolo a la vez de ese pueblo sencillo y generoso que ha sabido entregar sin reparos y conservar con ahínco esos valores y esos sentimientos que se muestran en cada momento y cada día con la mayor sencillez y con un tono y un acento lleno de cercanía y atención.
Los nobles muros de ese monasterio franciscano en el que se formaron todos los de la orden que pasarían a las Indias volvieron a estremecerse, lo mismo que ese ábside gótico en el que tantas veces la voz de los celebrantes y el espíritu que les marcaría el camino hecho verdad y vida, temblaron ante la magia de esa canción que representa el espíritu y a la vez la historia de un pueblo que en los amaneceres de la más grande y noble epopeya de los descubrimientos marcó su camino con la alegría y el sentimiento de esta canción que tan claramente lo define y honra a través de sus intérpretes, como lo hemos podido comprobar y disfrutar a plena carga en estas dos noches mágicas, en las que una multitud de zamoranos han calado hondo en el dignificado y en la atracción, cuando las letras y la música se envolvía en recuerdos del mismo tono de estas tierras del Duero, eterno destino que nos une y tantos intereses externos y tremendamente malignos han procurado separarnos. Pero el río sigue vivo y con él la historia que constantemente ha estado llamando a las puertas de la apertura y aunque nadie ha tenido la gallardía, educación y visión de futuro, siguen abiertas y esperemos que estas generaciones que nos suceden, se decidirán a cruzar ese umbral acompañado de esa música sentimental, dulce y atractiva que nos está llamando constantemente como lo ha hecho en un tono y con una categoría digna de figurar en los anales del más alto programa del Verano Cultural. Programa y fados cuyo fondo no era otro que el murmullo de las aguas del Duero, eterna presencia a la que nunca le hemos dedicado la debida atención.
Hay que felicitar a la fundación por el programa ofrecido y la calidad verdaderamente alcanzada nos obliga con la mayor sencillez y a la vez honestidad a reconocer este gesto y este acierto que marcará sin ninguna duda un antes y un después en las actividades de nuestro Verano Cultural.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/