POR JOSE ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Aquí está mayo con sus flores, su verdor de praderíos, con sus cantos a María «que madre nuestra es», con sus trinos de pájaros… y con sus verduras y hortalizas nuevas. Patatines, arbeyinos, alcachofines, y por encima de todo: fabones, fabes de mayo o, en términos castellano parlantes, habas (que no alubias).
Les fabones (Vicia faba L.) tienen cuna europea y antigüedad de siglos pues ya Dioscórides nos habla de ellas en su Liber II.
Según cita Dorstenius (siglo XVI), Pitágoras (sí, sí, el del «teorema») recomendaba a sus discípulos que no las consumieran porque «plurimum vescenti impuros generant humores, multos que creant flatus, stomacho nocent»; consejo que Andrés de Laguna, médico que fue del rey Carlos I de España, V Emperador de Alemania, interpretaba así: «Las habas, comidas, engendran muchas ventosidades y restriñen el vientre; y ansí necesariamente irritan la sensualidad de la carne estimulando a luxuria porque el vapor, que por una parte no halla libre salida, por fuerza se tiene que divertir a otra, por tanto conviene saber que no solamente perturban gravemente los cuerpos, empero también alteran los ánimos».
Un refrán muy antiguo advierte que «para cochinos buenas son habas», despreciando las buenas cualidades de esta legumbre tan arraigada en la cocina asturiana.
Tanto, que ya en el siglo VIII se lee en la carta fundacional del Monasterio tinetense de Obona, que el abad debe dar a los servidores, el día que fueren llamados, «pan, miel, ración de habas y sidra si pudiera ser».
En Colunga no andamos con remilgos de paladar ni con temores de lujuria.
«Les fabones», en mayo, fueron (ya no lo son tanto) un plato de a diario, «de los que furnen» (alimentan) y reconfortan el espíritu.
Y si en Andalucía las ofrecen en sartén con jamón de Trevélez; a mí -asturiano y colungués- como más me gustan es en guiso con patatines y choricín.
Las preparamos así:
Eliminadas las vainas y el tegumento exterior de «les fabonines», las añadimos a una cacerola donde ya estaban a media cocción unas patatas nuevas; dan unos hervores y se suma un sofrito de cebolla, pimiento y chorizo muy picadín.
Se sazona con sal y prosigue la cocción hasta que patatas y habas estén en su punto (bien cocidas pero no deshechas).- Reposan una media hora y se sirven bien calientes.
NOTA
Si el guiso saliera muy caldoso, se espesa haciendo puré dos o tres patatinas cocidas (trozos) y añadiéndolo al conjunto.
El chorizo ya da suficiente color al guiso; no obstante, puede añadirse un poco de pimentón al gusto.