
POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

Aunque la montaña de «La Sierra de la Pila» no pertenece al término municipal de Ulea, está ubicada en los límites territoriales y, además, es la fuente de trabajo de gran número de uleanos. Allí, todas las mañanas se dan cita los trabajadores que recolectan el esparto; otros que cortan leña y otros que se dedican a plantar pinos y velar por la riqueza forestal de los montes del Estado.
Sí, aunque pertenece al término municipal de Fortuna, además de los fortuneros, se dan cita en su ladera, los uleanos, blanqueños, ciezanos y jumillanos; así como trabajadores de los caseríos de «La Garapacha» y «El Fenazar».
Los uleanos, concretamente, se dedicaban a arrancar esparto y cortar leña de monte bajo. El esparto lo vendían a los comerciantes- también llamados «romaneros» que con sus romanas, les esperaban, al pie de la montaña para pesarlo y pagarles el importe correspondiente. Otros, lo acarreaban en sus mulas hasta el pueblo y lo utilizaban para confeccionar cinchos y recinchos, o bien cocerlos en las balsas, o en el río y, posteriormente, trasladarlo a las piqueras aledañas al «corralón», con el fin de macearlo para hacer lías, sogas, cordeles y cordetas. La leña la transportaban al pueblo y la vendían a los horneros o bien la canjeaban por pan o por harina.
Pues bien, en el Archivo General de Simancas de la provincia de Valladolid, existen testimonios escritos de una intensa nevada caída el día 4 de diciembre, del año 1753, que cubrió la montaña en su totalidad y, por consiguiente, dejó durante unos días sin trabajo, a la mayoría de los esparteros de Ulea.

Ese año fueron tan frecuentes las nevadas qué, el Cabildo de la Catedral ordenó construir una pequeña covacha, o ermita, de la que hoy no quedan vestigios. Allí llegaron a ir unos frailes con una imagen, para celebrar en varias ocasiones misas de campaña, y para realizar «la bendición de las nieves». El Cabildo libró 155 reales de vellón, en favor del Mayordomo que la custodiaba y ayudaba a subir a los romeros por las empinadas veredas de la Sierra de la Pila, hasta llegar al lugar de la pequeña ermita o covacha, en donde se veneraba la imagen que portaba el fraile.
Además, dicho Mayordomo, contrató al Religioso Carmelita Calzado, Fray Ginés Martínez, con el fin de que celebrara una misa en dicha ermita, bajo el pago de 175 reales de vellón, más la utilización de una caballería, con el fin de ascender hasta el pico de la sierra, en donde estaba ubicada la ermita.
Como aquél era el mayor centro de trabajo de los uleanos, en esa época llegaron a considerar aquellos rituales como algo que les llegaba a las fibras sensibles y, por consiguiente, acudían a la sierra con sus mejores atuendos y, por supuesto, con los familiares que fueran capaces de escalar hasta la cumbre que, desde entonces, se le llamó «cumbre de las nieves».
Dichas nevadas afectaron a los campos uleanos, dejando blancos los montículos de «las lomas», así como la montaña «El Castillo» y la parte norte del núcleo urbano de Ulea.