
POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)

Ante el Deportivo Praviano me abstraigo de la vida, el tiempo no pasa por mí, soy un alma cándida, el niño que ve su patria chica en once héroes de pecho rojillo y seis cuervos que defienden mi infancia y mi territorio. Los rojillos (luego llegarían a mi adolescencia los azules del Oviedo), son el Bien y la Verdad, y cualquiera que se enfrente a nosotros atenta contra mi alma y mi destino. A efectos del fútbol no crecí. Ayer, en Carcedo (Soto del Barco), en el restaurante Piemonte, decía el homenajeado Ángel Areces, presidente del Praviano de este milenio, que aún se emociona cuando saltan al campo los rojillos; a mí me ocurre lo mismo con los rojillos y los azules, pero no arraigó esa conmoción en mi espíritu, en el ámbito político; salta al campo el rojillo Wences, o salta de azulón Caunedo y, francamente, aunque no digo que me la traigan floja, me siento viejo.
Fuente: http://www.lne.es/