TORREVIEJA… UN PUERTO DE NUNCA ACABAR (12)
Nov 07 2015

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

El político Trinitario Ruiz Valarino.
El político Trinitario Ruiz Valarino.

El 10 de febrero de abril de 1908, se puso en debate en el Senado el dictamen para autorizar al gobierno para la construcción y explotación de un puerto en la rada de Torrevieja. El senador valenciano Manuel Polo y Peryrolón hizo algunas observaciones, contestándole Trinitario Ruiz Valarino, diputado por el distrito de Dolores, por la comisión. El dictamen fue aprobado, quedando sobre la mesa para una votación definitiva de aquel proyecto de puerto que fue denominado por los partidarios chapistas como ‘León-Valarino’. En la ‘Gaceta de Madrid’ del 12 de julio de ese año, por el Ministerio de Fomento apareció publicada, y por tanto sancionada, la ley concediendo a Ladislao Manuel de León y Oucins autorización la para construir y explotar, sin subvención del Estado, un puerto en la rada de Torrevieja.

Las obras debían de comenzar dentro de los seis meses de la fecha en que se otorgaba la concesión, empezando en ese día a correr dicho plazo. Por fin, en octubre, la dirección general de Obras Públicas remitió a la jefatura de Alicante, para su informe, el proyecto del puerto de Torrevieja presentado por el concesionario del mismo. La pasividad del concesionario Ladislao Manuel León y Oucins fue total.

En la tarde del 1º de Mayo de 1910, una manifestación de obreros recorrió las calles de la población, solicitando de las autoridades la construcción de una escolera en la rada. Al acto asistieron la banda de música municipal y gran número de obreros. La manifestación se disolvió sin el menor desorden.

Muchos de los conservadores de la provincia de Alicante se dieron cita en Torrevieja el 2 de octubre de 1910 para recibir a Antonio Maura y su familia que, procedentes de Palma de Mallorca, se dirigían a Fortuna. El alcalde, Pedro Ballester Carcaño, presento al gran político una comisión de obreros encabezada por Ildefonso Torregrosa Ferrer, quien hizo entrega de una exposición solicitando que se construyera lo antes posible el ansiado puerto.

En la noche del 21 de marzo de 1911, se recibió un telegrama de una comisión alicantina y de Torrevieja, encabezada por el entonces alcalde Pedro Ballester Carcaño, que se había desplazado a Madrid para gestionar de los poderes públicos mejoras para la población salinera. Entre las mejoras, consideraban conseguido el puerto, la habilitación de una Aduana y la construcción de la carretera a Guardamar, que debía de principiarse en Torrevieja.

Cuando el alcalde accidental, Manuel Carcaño Moreno leyó al pueblo, desde los balcones del Ayuntamiento, el telegrama recibido, se produjo un momento culminante y entusiasta, habiendo ruidosos vivas al Gobierno y al diputado por el distrito de Dolores, Trinitario Ruiz Valarino.

El pueblo no pudo contenerse, como en un desbordamiento de júbilo. Echándose a la calle, lanzando cohetes, volteando las campanas y gritando estruendosos vivas. Al poco tiempo, la banda municipal recorrió las calles, seguida del pueblo entero. Tan espontánea manifestación fue organizada en breves instantes, llevado todo el mundo por la natural alegría que produjeron en los ánimos de todos las faustas noticias de la comisión.

A las diez de la noche, Torrevieja palpitaba en un gran delirio, con fiestas inusitadas que tenían el aspecto de una fantasía que parecía que se iba a convertir en realidad y ser una de las efemérides más importantes y trascendentales de la villa. Se dirigieron varios telegramas consignando la alegría y el agradecimiento a las personas que iban a realizar tanto bien con la construcción de un puerto durante tanto tiempo deseado.

El 22 de marzo, amaneció la población y casi todos los domicilios engalanados con colgaduras, como en las solemnes festividades y por la noche hubo una verbena en la plaza de la Constitución. Para el día 23, se preparó un extraordinario recibimiento a la comisión que regresaba de Madrid. Las autoridades locales invitaron a que vinieran con la comisión, al gobernador civil de la provincia, a Francisco Maura y a Trinitario Ruiz Valarino.

El 29 de marzo, estuvieron en Alicante Manuel y Lorenzo Ballester, para buscar en la dirección de Obras Públicas el último proyecto del puerto de Torrevieja y remitirlo a Madrid, lugar en donde se esperaba para llevar a cabo lo antes posible la construcción del puerto.

Pasado el verano, como se avecinaba el invierno y la situación económica del pueblo no se presentaba halagüeña, empezaron de nuevo a reaccionar los intereses por la construcción del puerto. Los ánimos se levantaban a medida que las circunstancias apretaban. El semanario ‘Torrevieja’ inició una plausible campaña, que encontró acogida en la masa popular, a fin de prepararse ente la crisis que se avecinaba.

Como al decir ‘puerto’ no había nadie en Torrevieja que se resistiera, el 5 de noviembre, el público llenó la sala del Teatro-Circo para escuchar la ‘última palabra’ sobre este importante asunto. Juan Sánchez, con gran dosis de entusiasmo y de buena fe, fue el organizador y realizador de un original mitin para marcar ideas y poder seguir un camino que condujera a la construcción de la obra.

En el acto se impuso el silencio y empezó Juan Sánchez que no pronunció ningún elocuente discurso, limitándose a dirigir unas frases sencillas y sinceras al pueblo y en particular a los obreros, exponiendo a la consideración pública una forma de pedir la construcción del puerto.

El orador hizo una rápida memoria de los trámites por los que había pasado este asunto, viniendo a deducir que desde el año 1865 en que se dieron principio a las obras del puerto de Torrevieja, quedando –como es sabido- suspendidas al poco tiempo- hasta ese momento en que no había avanzado nada, siendo de vital importancia continuaba exactamente igual que cincuenta y seis años antes. Juan Sánchez manifestó que en varias ocasiones que se había tratado el tema del puerto se había conseguido concesiones, siempre tratadas como negocios particulares y ni aun así habían llegado a realizarse.

Hizo mención también a la última comisión que, designada por el pueblo, había gestionado recientemente en Madrid la consecución de tan deseadas obras y, a pesar de ser ministro de la Gobernación Trinitario Ruiz Valarino, y haber coincidido inmejorables circunstancias y haberse interesado las principales personalidades de la política se estaba en la misma situación que hacía 56 años.

Pasó Sánchez a poner de manifiesto la importancia de las salinas en Torrevieja, dándole el calificativo de ‘Madre de Torrevieja’. Puesto que era la única vida y amparo de la población.

La idea principal de Juan Sánchez partía de la fuente de riqueza de las salinas y proporcionaba al Estado un haber de dos mil pesetas diarias, mientras que los torrevejenses padecían perpetuamente los tormentos de la escasez y la miseria por falta de trabajo.

Incitó a todos los asistentes a la unión de los obreros para pedir al Gobierno que, por algún tiempo, dejara esa renta que producían las salinas para dedicarla a la construcción del puerto y mejorar ese desventurado pueblo. Para solicitarlo, invitó a la unión del pueblo obrero, ofreciéndose él mismo para cuanto alcanzaran sus fuerzas. El discurso fue muy aplaudido por todos los asistentes que llenaban el teatro.

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 7 de noviembre de 2015

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